Paolo (Vasile) se ha puesto el pañuelo de cuatro puntas en la cabeza y, con la brocha gorda, se ha puesto a encalar a sujetos discutidos y discutibles. Primero llegó Ana Rosa, dama y señora, y blanqueó a Cristina Cifuentes y sus cremas púnicas en la mañana de Telecinco. Unos días más tarde, en Cuatro, le tocaba a Carme Chaparro darle una manita de cal a la expresidenta madrileña. Ni preguntas comprometidas ni repreguntas a la versión ‘cifuentina’, en la que la imputada en Púnica dijo lo que quiso sin encontrarse con el menor escollo.
Por lo que se ve, lo de los blanqueamientos, más que los dentistas, se está convirtiendo en la especialidad de Mediaset. Entre tanto, Risto Mejide hace lo propio con Raúl Romeva en la prisión de Lledoners, donde, por cierto, ha quedado retratado el trato de favor recibido -las autoridades proindependentistas de la Generalitat sabían perfectamente lo que se cocía y cómo iba a salir el preso en esa entrevista, y por eso los colaron hasta la cocina.
Una vez más, para que Risto haya tenido su minuto de gloria, un funcionario con más de veinte años de experiencia intachable se encuentra en la cuerda floja gracias a ese conchave entre el telepredicador de las tardes de Cuatro y los ‘indepes’ con cargo institucional. Pero que nadie les amargue el dulce. Al fin y al cabo, lo de destrozar vidas es marca de la Casa.
Ellos sabrán qué ganan con esos tratamientos de blanqueamientos a semejantes personajes. O igual no, porque éstos se mueven por un minuto de subida en la curva del programa.
En todo caso, y como sigan a este ritmo, los estudios de Mediaset en Fuencarral van a parecer un pueblo del Cabo de Gata con sus casitas encaladas. Aunque el pozo negro se les siga llenando.
pedro aparicio pérez
editor de prnoticias.com
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