Permítanme que hoy hable de mi casa, sin nostalgia, sin mirar atrás, a aquellos tiempos en los que la vaca estatal era líder contestada que sólo se responde a los que van en cabeza. Da uno vueltas una España bien señalizada en azul y se encuentra pagos extraños, y molinos rotos. TVE alenta sus ramales territoriales gracias a convenios firmados con gobiernos autonómicos, losna caritativa que cae de la barra de hielo de la administración regional. A cambio de unos millones de euros se hacen unos programas que no aguantarían ni en
Ahora toca renovar algunos de esos convenios que son como el diezmo que cobra un tal Lombao, experto en tierra mar y aire, furriel de Bono y su república bononera, lobo lombao en cuya camada se criaron algunos de los “fratelli” más roñosos y mugrientos del socialismo. Como España está en subasta los taifas se rebelan. Los gobiernos autonómicos no quieren soltar la tela si Caffarel, a la que vos a la entrada de la gala del cine vestida de menina de Úrculo, no garantiza los puestos de trabajo. La dueña del terruño llegó a Prado del Rey para jibarizar el ente, y en esas está. Tiene planeado podar las ramas de la trama territorial hasta dejarlas sangrando savia. Los sindicatos, que huelen el beso seco y caliente de lady Macbeth no quieren pasar el trance. No todos, que Camacho se presta para ser el hijo de Abraham en el altar del sacrificio, que la vecindad une, y el tirar la basura juntos es como una oración de vísperas al divino dios del materialismo dialéctico, a doña Rosa Luxemburgo que está en los cielos.
Varios son los gobiernos que le han dicho a Caffarel que si quiere la guita tiene que dar su palabra de que no tocará un solo puesto de trabajo de la tele territorial española. Y la doña ha dicho que no, que quiere la pasta sin condiciones. Y los otros dicen que no la sueltan. En esas andan, y esto lo he escuchado en un paseo algunas regiones de la periferia que van viento en popa y que temen que la querencia de Rodri lo catalán arruine su viaje y queme su bandera que tienen hacienda próspera y los “botiguers” andan celosos, mirando la calidad del paño ajeno y escondiendo la estopa tres ciento de su tienda. ¿Y en Madrid? Aquí mejor, no piden igualas pero en Torrespaña han llamado a Zaplana para que levante la presión insotable. ¿Presión? “Llamaremos a tu casa para decirle a tu mujer que sabemos dónde estudian tus hijos” Eso en otros tiempos.
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