La BIOTECNOLOGÍA según la Real Academia Española de la Lengua es el ‘Empleo de células vivas para la obtención y mejora de productos útiles, como los alentos y los medicamentos’. Con esta definición ha querido presentar Rosario Cospedal, Directora General de Genómica (Grupo Zeltia), esta nueva forma de hacer ciencia que cada año gana más recursos humanos, económicos y empresariales en nuestro país.
( @inma_avia ) Sin embargo, el camino no es fácil y como ocurre con todo lo nuevo, el horizonte es todavía indefinido. ¿Nuevo? Chinos, egipcios, griegos y romanos incluyeron la biotecnología en su vida cotidiana y, desde la fabricación de cerveza, pasado la preparación del pan y la fermentación del yogurt o el queso, la BIOTECNOLOGÍA ha vivido con nosotros desde hace más de 7.000 años, antes de que recibiera el nombre con el que se la conoce desde 1919 (Karl Ereki, ‘Biotecnología en la producción cárnica y láctea de una gran explotación agropecuaria’)
Pero será a partir de 1866 con la herencia genética de Mendel cuando el concepto adquiera mayor densión. Hoy, en el año 2011, es José María Fernández Sousa quién en España le pone nombre a la BIOTECNOLOGÍA y tiene en PharmaMar, Genómica, Sylentis y Noscira a D’Artagnan y sus tres Mosqueteros, uno de los cuáles es Premio Nacional de Biotecnología. Rosario Cospedal no lucha contra el Cardenal Richeliu y a favor de Luis XIII, sino que lo hace contra las barreras jurídicas y a favor de la divulgación y formación de lo que su mentor defiende.
Para la directora general de Genómica en BIOTECNOLOGÍA debería ‘reinar la internacionalización y haber un marco de referencia adecuado para que todos pudieran aprovechar esta época dorada’. Debería ser un bien de las empresas y no de los países, que se puedan plantar independientemente de donde provenga. Pone como ejemplo la empresa que dirige y defiende a capa y espada que, como ya ocurre en Reino Unido, las pruebas periciales como el test de ADN o las huellas genéticas vengan sólo de laboratorios acreditados.
Sin embargo, la BIOTECNOLOGÍA es negocio y no siempre tiene un retorno inmediato, algo que frena a inversiones e investigadores, lo que las Administraciones Públicas competentes ‘deben hacer un esfuerzo adicional’ que devuelvan a la arteria de la innovación el papel que la ha mantenido en vida durante más de siete mil años: ‘su utilidad y su contribución a mejorar la calidad de vida de la sociedad’.
Seguiremos Informando…