Esta edición de Destino: Wonderland es muy especial, puesto que Pablo Vilaboy abandona durante un rato su condición de copresentador y productor del espacio, deja a un lado las funciones que desempeña en cada programa para convertirse en el entrevistado. El pasado 14 de abril presentó La voz hermana, su debut como autor y director teatral. Un monólogo que puede verse en el Café del Kosako y que estará en cartel todos los jueves hasta el 26 de mayo, y nadie mejor que él mismo para contarnos algunos detalles del montaje.
La voz hermana supone todo un viaje emocional que nos habla de los deseos, de la necesidad de poder mirarse al espejo sin miedo, de poder ser la persona que se quiere sin que nadie ponga trabas, haga de menos, insulte o castigue. Pablo Vilaboy aborda la realidad transgénero a través de Luis, nacido en un cuerpo equivocado, quien deja paso a la mujer que siempre ha sido, Natalia, ante los ojos de los espectadores.
Alejandro Dorado es el actor que asume el reto de ir desgranando las vivencias de esta mujer en su camino hacia sí misma, en la reivindicación de su libertad, dando vida a un texto en que Pablo Vilaboy demuestra su sensibilidad, su lirismo, su capacidad para convocar emociones muy diferentes, para hacernos transitar con enorme naturalidad por estados de ánimo antagónicos, provocando gozosas carcajadas, silencios emocionantes y emocionados, lágrimas de alegría y encogimientos de corazón.
La voz hermana puede completarse a la perfección con la lectura de Aquello era la felicidad, un libro que Pablo Vilaboy publicó hace pocos meses, una reunión de textos en torno a muchas de sus pasiones y aficiones, a lecturas y autores que le han marcado, a películas que nunca olvidará. Una especie de biografía íntima en la que narra algunos de sus sentimientos más profundos, una excelente oportunidad para conocer los cimientos de su universo creativo, ese que ahora llega al escenario a través de La voz hermana.
Pablo Vilaboy regresa a uno de sus cometidos habituales en ‘Destino Wonderland’ para hablar sobre Ámame o déjame, el musical que en 1955 permitió a Doris Day abandonar su rol más clásico y popular. Este biopic en torno a la figura de la cantante Ruth Etting le permitió formar pareja con el gran James Cagney (en la última ocasión en que daría vida en la pantalla a un gánster) e incorporar a su repertorio dos canciones que nunca faltan en sus recopilatorios: Shaking the Blues Away y la candidata al Oscar I´ll Never Stop Loving You.