El terror de las cocinas ha vuelto. Alberto Chicote se vuelve a poner la chaquetilla a partir de este miércoles 9 de mayo en una nueva temporada de Pesadilla en la cocina que emitirá laSexta. El chef intentará reflotar restaurantes a los que amenaza la ruina, tarea nada sencilla debido al carácter de algunos de los responsables de los locales.
Almería, Valencia, Córdoba, Cantabria, Asturias, Madrid, Pamplona o Girona son algunos de los lugares que el programa visitará. El espacio viajará por toda España atendiendo a la llamada de socorro de sus encargados y, durante esta temporada, se adentrará en la gastronomía siciliana, volverá a enfrentarse a la cocina árabe en una tetería y, por primera vez, tratará de ayudar a un restaurante chino.
El programa mostrará la cara oscura del negocio, plasmando tensos momentos en el que cocineros y restauradores, presionados por la mala gestión de su local, perderán los nervios hasta límites extremos: sillas arrojadas que rompen vitrinas de cristal, platos volando por los aires o botellas de champán derramadas sobre la cabeza de alguno.
Por su parte, Chicote intentará resolver los problemas alejando a los propietarios de su entorno para que consigan observar con perspectiva los errores que están cometiendo. Así, el cocinero conducirá a uno de los dueños a relajarse a un templo budista o intentará calmar a otro de ellos acompañando a un rebaño de ovejas. Maneras y recursos diferentes que, con la fuerza, tesón y creatividad de Alberto Chicote, ayudarán a corregir conductas, asumir errores, motivar, asentar la cabeza… y, en definitiva, brindar a estos restaurantes una oportunidad para sobrevivir en el mercado y poder hacer frente, en muchos casos, a las deudas.
En el primer programa, un restaurante chino en problemas
La temporada la abre el Mizuna Thai, un restaurante donde todos son familia. La madre del dueño fue la responsable de fundar el negocio hace más de diez años, sin tener apenas nociones del idioma. Después de trabajar de manera incansable, el local funcionó durante mucho tiempo pero, tras pasarle asu hijo las riendas del negocio, una de sus rutinas más habituales consiste en pedir disculpas a los comensales por la mala comida, la tardanza o el servicio deficiente. A ellos se les suman los dos cuñados del dueño, que regentan la cocina de una forma muy sui generis, y su hermana, que en medio de un servicio no duda en marcharse ante ciertas circunstancias.
Además, la comida no brilla por su calidad, la cocina no está especialmente limpia y los cocineros no respetan a su jefe. La escasa implicación y organización de la familia ha llevado al restaurante a una situación límite y las pérdidas acumuladas tienen al dueño completamente agobiado por el futuro del restaurante.
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