El Mundial de Rusia ha colonizado la programación televisiva en las últimas semanas. Las cadenas están realizando un seguimiento exhaustivo del paso de España por el campeonato y los espacios deportivos se han visto impulsados con motivo de la celebración del torneo. Telecinco y Cuatro, los canales que han dado todos los encuentros, han visto como su media mensual se ha disparado gracias a la retransmisión pero, a pesar de eso, a Mediaset le faltaba un formato que terminase de redondear la cobertura.
Debido a ello, a principios de esta semana anunciaron el estreno de Ahora, la Mundial, un debate futbolero presentado por Joaquín Prat que se emitiría tras el encuentro entre Irán y España. El espacio contó con la presencia de Siro López, Alessandro Lecquio, Kiko Matamoros, Irene Junquera o Teresa Baca, entre otros, y se realizaron diferentes conexiones en directo con el terreno de juego para conocer la última hora.
En una de esas conexiones, saltó la polémica después de que el presentador invitase a Kiko Narváez, José Antonio Camacho y Manu Carreño a sumarse a la tertulia. Tras escuchar la petición, el exseleccionador comenzó a hacer aspavientos sin ser consciente de que estaba siendo enfocado y se negó a entrar en directo, al contrario que sus dos compañeros. El murciano se quitó los cascos y se quedó mirando al infinito mientras el debate seguía su curso
Aquí la prueba: Camacho se quita el micro y niega con cabeza y manos cuando @PratSandberg dice “quisiera incorporarlos al debate a ustedes”. Los gestos de Camacho son lo que comúnmente conocemos como “ni de coña, yo con esos no debato” ? #AhoraLaMundial pic.twitter.com/8LtyBLYxzq
— José María Moreno (@Jose_M_Moreno) 20 de junio de 2018
Un desastre a todos los niveles
Más allá del comentado gesto del murciano, el debate ha supuesto el único fracaso del Mundial en Mediaset, que hasta ahora le había reportado grandes datos. Ahora, la Mundial no aprovechó el arrastre del Irán-España, que cosechó un espectacular 68,9% de share y 11,4 millones de espectadores, y se tuvo que conformar con ser la cuarta opción del prime time, obteniendo un 9,5% de cuota y 1.387.000 televidentes. El programa conducido por Joaquín Prat fue superado en audiencias por La catedral del mar (16,8%), Pesadilla en la cocina (11,9%) y La otra mirada (9,9%).
En el plano puramente televisivo, la tertulia intentó imitar el modelo de El chiringuito, con un plantel de colaboradores más enfocado a la polémica que al análisis, pero le salió rana. El cruce de declaraciones de Lecquio y Matamoros fueron un sinsentido, las aportaciones de Teresa Baca fueron motivo de burla en las redes sociales y ninguno de los colaboradores fue capaz de vertebrar una argumentación que aportase lo más mínimo al postpartido.
En definitiva, el debate se quedó en tierra de nadie, ya que se dedicó a copiar los aspectos más criticados del espacio de Pedrerol o Sálvame pero sin el punto corrosivo que tienen ambos formatos y que hacen que el espectador se enganche, quedándose en una versión de marca blanca de El chiringuito sin nada nuevo que ofrecer. En vista de que ese nicho ya estaba cubierto, Telecinco debería haber puesto sus ojos en Inglaterra, donde la BBC realiza un debate reposado con un plantel de analistas y jugadores reputados y un plató a la altura de lo que se espera de una televisión que ha desembolsado una gran cantidad de dinero por los derechos del torneo. La gresca por la gresca no siempre funciona.
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