En la Tierra a sábado, 20 abril, 2024

De títeres que se pensaban titiriteros

“Uno puede apoyarse sobre su puesto, pero no sentarse en él.” (Erich Kästner)

Mariano Rajoy, que debe poseer una paupérrima idea de la función de la monarquía, pensó que podría subordinar la voluntad del Rey para ponerla al servicio del antojo de sus intereses. Para ello, y pese a lo que públicamente había mantenido por activa y por pasiva sobre su determinación de ser candidato a la presidencia como lista más votada, no se le ocurrió otra “genialidad” que intentar no ser propuesto tras la primera ronda de consultas. Por descartado que su pretensión, idea hermafrodita de política torpe y visión babieca, era que ni a él ni desde luego a Sánchez se les encargara formar Gobierno. Mariano, que lleva meses pareciendo estar más cerca del abandono del sentido común que de la inteligencia, se había empeñado en evitar el natural desgaste que un fracasado intento de investidura le garantizaba. En su desplante a la democracia llegó al extremo de consultar al Consejo de Estado la posibilidad de que se redactara un informe sobre una hipotética ausencia de candidato a la presidencia, donde se reflejara la necesidad de un acuerdo entre PP y PSOE o la repetición de elecciones. Creo que el ciudadano que intente trazar una frontera entre la sensatez y el delirio de Rajoy se verá en serios apuros.

¿Qué es lo que ha conseguido con su estrategia titiritera? Pues, en primer lugar que el Monarca se pueda haber sentido despreciado al entenderse tratado como títere, algo que no influye en nada que no sea la relación entre los dos. Pero, en segundo lugar, que su partido acelere esa caída por el tobogán de la corrupción que anuncia un final trágico. Algo que ya refleja cualquier encuesta que no sea la de un CIS títere, que, emancipado del tiempo, se toma todas las libertades en la interpretación de las intenciones de voto, y se empeña en mostrar la realidad cocinada y congelada de un pasado que ya no existe.

Pero es que Mariano es el rayo que no cesa. En esa pertinaz incoherencia entre su decir y su hacer, en medio de estas Fallas anticipadas en las que arde el PP valenciano, no se le ha ocurrido mejor “genialidad táctica” que indultar el ninot de su amiguísima Rita Barberá. Para tal fin, y como muestra inequívoca de su conformismo con la corrupción, la ha destronado de la presidencia de la comisión constitucional del Senado y, sin cortarse lo más mínimo, la ha nombrado suplente de la Diputación Permanente de la Cámara alta, de forma que, blinda el aforamiento de la cabeza de la corrupción en la ciudad de Valencia, ya que si se tuvieran que repetir las elecciones generales, la exalcaldesa conservaría su condición de senadora. Este mismo lunes, el títere Pablo Casado, afirmó que el partido vería con muy buenos ojos que Rita, personaje principal en la trama de la operación Taula, pegara “un paso atrás” y dejara de presidir la comisión constitucional de la Cámara alta. ¡Coño! Resulta que efectivamente lo ha dado pero para coger impulso. Así, lo que algunos ilusos entendimos como una renuncia al aforamiento y primera medida por la regeneración ha resultado ser otra tomadura de pelo más. Y es que si uno lo piensa, lo que ha ocurrido en Valencia es exactamente lo mismo que ha ocurrido en Génova. Quizá por eso, Mariano, que pretendía manejar los hilos ha acabado como muñeco de su tal para cual con quien puede intercambiar el papel de la biografía de su “corruppción” sin que nadie encuentre diferencia alguna en el proceder de los personajes.

También en las orillas de la sinrazón se encuentran Carmena y su concejala Mayer que se han montado un circo gratuito a medias con una compañía de titiriteros que, dentro de esa embaucadora existencia de los sueños y los encantamientos que es el teatro, ha representado una obra tremebunda de exaltada reivindicación antidemocrática para un público de treinta niños en la que, entre otras deliciosas anécdotas, se asesinaban monjas, se ahorcaban jueces y se mostraba una pancarta en la que se leía algo así como “Gora Alka-Seltzer”, acto imperdonable que ha conducido a un juez de la Audiencia Nacional a acusar de apología del terrorismo y decretar prisión sin fianza para unos descerebrados titiriteros gualtrapas de gualdrapa que, lógicamente, han sido agasajados en prisión como los ídolos en los que les ha convertido su particular sentido de la justicia. En sinceridad pienso que su señoría está meando fuera del tiesto ¿se imaginan si a Nabokov por “Lolita” o a Thomas Mann por “La Muerte en Venecia” los hubieran encerrado en su día por la monstruosidad de sus personajes?

Manuela Carmena, que por toda severidad nos ha dejado el calificativo de “deleznable” para una función que ella misma aprobó, debería explicar por qué Madrid se muestra como una ciudad idiota, donde lo irresponsable y lo inapropiado de su “cultura” se ha convertido en una realidad palpable. Depurar responsabilidades, únicamente, pasa por la destitución fulminante de Celia Mayer, persona tan podrida de contradicciones que horas después de haber presentado denuncia contra los titiriteros exigía la retirada de la misma en nombre de la libertad de expresión. Todo lo que no pase por ahorcar a esta desasida de la cordura con la soga de su propia incompetencia y clavarla el crucifijo de su idiocia, será muestra de la debilidad en la que se maneja la alcaldesa. Una endeblez de gestión que es consecuencia de una realidad escondida, la de los cachiporrazos que sus concejales, títeres todos de las diferentes facciones de Ahora Madrid, se atizan entre ellos en defensa de los respectivos intereses de sus titiriteros.

Antonio de La Española

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