En la Tierra a viernes, 19 abril, 2024

La muerte os sienta tan bien

“La vida es una serie de muertes y resurrecciones.” (Romain Rolland)

En la película “La muerte os sienta tan bien” Meryl Streep encañona a una Goldie Hawn que la había dado por muerta y que atónita únicamente acierta a pronunciar “¡estás viva!” antes de recibir un pepinazo que abre un boquete descomunal en su abdomen y la envía por los aires al centro de un estanque. Meryl Streep termina la secuencia con la mirada perdida en el infinito pronunciando: “Hay momentos por los que merece la pena vivir”.

Algo parecido sucedió el sábado en el Nou Camp, pues como en un cuento de aparecidos, Cristiano Ronaldo, que ya había anunciado la resurrección cinco minutos antes colocando el balón en la madera, en el minuto 85 bajó el balón con el pecho certificando que el Madrid estaba vivo. Luego, el único portugués más odiado que Salazar, reventó las esperanzas de la “gent blaugrana” dejándolos la agría certeza de que los espectros existen. Fue entonces cuando el divo vikingo, mientras mostraba su natural alegría al tiempo que era recriminado por una caterva de insultadores, debió murmurar para sí mismo que hay momentos por los que merece la pena vivir.

De todos los vaticinios previos el único que se aproximó a la certeza fue el del diario Sport, que en su portada había anunciado “Hoy jugamos 12”. Efectivamente, eso sí que fue ver más allá o casi. Porque en realidad, y seguramente como merecido brindis a la memoria del genial Johan Cruyff y en honor a su dorsal preferido, el Barcelona jugó con 14. Lo del trío de atracadores, formado por un miedoso habitual y dos líneas que únicamente si hubieran sustituido el banderín por un bastón blanco se hubiera entendido su actuación, aproximó al pleno el deseo del diario catalán.

De entre los peloteros, cabe mención especial para la esperpéntica actuación de Sergio Ramos, proclamado por la imaginación de su prensa amiga como mejor central del mundo y en realidad virrey del reino de las mentes descompaginadas. El vehemente defensa, que se auto-expulsó realizando una entrada al bulto que reproducía el movimiento de un sexagenario que pisa una cáscara de plátano, es un inconsistente que a pesar de su reincidencia será tratado con la condescendencia y la indulgencia con las que su presidente le ha tratado siempre. El cómo y el por qué el Real Madrid permite la presencia de un capitán de treinta años que se toma la libertad de buscar su expulsión desde el calentamiento como si su cabeza estuviera fuera de este mundo, es un enigma y la consecuencia de la nefasta política deportiva que practica el distinguido hombre de negocios Florentino Pérez. Un presidente que debería sentirse avergonzado de su labor y que no puede seguir al frente de un club entregado a su capricho de simple aficionado. ¿Qué hubiera sido de este Madrid si su desconocimiento no hubiera formado la plantilla al tiempo que lo ponía en manos de un entrenador que a fecha de hoy anda hundiendo al Newcastle?

Ahora, una vez perdida la Liga desde el día en el que firmó Benítez y eliminado de la Copa por su propia incompetencia, le queda la vaga esperanza de levantar la Champions. Aunque cabe esa posibilidad algún periodista de bufanda, dentro de su mundo de ilusiones, en pleno naufragio de la ecuanimidad anda lanzando las campanas al vuelo y elevando a Zidane a la categoría de genio táctico. Al francés para ser tratado en justicia se le debe reconocer que ha ganado crédito y sobre todo el enorme mérito de ganar en Barcelona teniendo que apoyarse en Casemiro -especie de jugador norirlandés de los sesenta- para conseguir el equilibrio defensivo de un equipo perfectamente ordenado y comprometido. De ahí a la genialidad…

Claro, que ya para el disparate nos queda el espectáculo televisivo de la juerga histérica de los periodistas de la frase hecha, del conflicto espiritual de Juanito, del inextricable señorío, y de todas esas sandeces que proclaman y que les colocan en la frontera de la inteligencia. Estos representantes de la ambigüedad otorgan la victoria a una mutación genética en los valores de ADN que sufren los jugadores cuando se visten de blanco. Algo que únicamente puede existir en su fantasía y de lo que hacen una exaltada reivindicación para engañar crédulos. Como si el club con mayor presupuesto y mejor palmarés de la historia no estuviera en la obligación de salir a ganar en el Nou Camp por mucho que, tras el paso de Benítez, la mayoría le hubiéramos dado por muerto y enterrado.

El Real Madrid tiene vida a pesar de su presidente. ¡Aleluya!

Antonio de La Española

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