En la Tierra a jueves, 18 abril, 2024

  A veces llegan cartas

Isabel Gallego Navarrete.- Mientras que los derroteros de la política discurren por el mundo digital, al Gobierno se le ocurre enviar una carta a cada uno de los jubilados españoles para anunciarles que su pensión subirá dos euros al mes. Un gesto de romanticismo con franqueo incorporado que ha contribuido a darle la primavera al PP. Tanto like y tanto compartir en las redes sociales para que ahora el incendio sea provocado por una misiva con olor a naftalina comunicativa. ¿Era necesario tanto boato para comunicar un aumento tan pírrico? Las cartas han estado en el ADN de la comunicación del PP desde los tiempos en los que Miguel Ángel Rodríguez le dio la vuelta a la manera de contar las cosas en el Ejecutivo de Aznar. Transcurridos muchos años desde que la bonanza económica permitía inaugurar hospitales, carreteras, aeropuertos y rotondas, mantuvieron en nómina al “cartero de las buenas noticias”, como si el tiempo de la comunicación se hubiera detenido en el catálogo de los Reyes Magos de Galerías Preciados. El relato se circunscribió a la foto de una vulgar reunión de los que todavía llaman “agentes sociales” y la empatía al frío canutazo del alto cargo de turno. Mientras, los jubilados salían a la calle para reclamar pensiones dignas. La primavera del 18, liderada por abuelos “revolucionarios” gracias a una acción de comunicación tan prepotente que ha acelerado el desgarro de una generación que malvive ayudando económicamente a sus hijos y a sus nietos.

Si en años anteriores los mayores se resignaron ante las sucesivas cartas que les anunciaban el esfuerzo del Gobierno por aumentar sus prestaciones, esta vez han convertido las letras en cantos reivindicativos por toda España, visibilizando una de las mayores inquietudes de los españoles. De hecho, la preocupación por las pensiones ha aumentado tres puntos y ha alcanzado su mayor cota de los últimos 30 años, según el último Barómetro del CIS.

Los abuelos han copado todos los espacios informativos contado sus historias para sobrevivir. Ellos, que llevan el storytelling incorporado, han logrado llegar a la opinión pública con su cuenta de la vieja, mientras los políticos de todos los partidos seguían con el discurso de los cómputos, la reducción de la tasa de sustitución y la base reguladora. O como el gobernador del Banco de España, que en un ejercicio extraordinario de falta de inteligencia emocional dijo aquello de que muchos jubilados tienen casa propia y eso mejora su pensión. Sin entrar a valorar la influencia de esta renta, el hecho cierto es la inoportunidad de las afirmaciones en un momento en el que el problema de las pensiones está en el foco mediático.

El país con las mayores cotas de longevidad de Europa y tasas de natalidad raquíticas camina hacia el envejecimiento, sin que los partidos políticos acuerden medidas estructurales que sostengan la hemorragia demográfica. Ese es el problema, tan grave que ya no sirven los remiendos. ¿Movilizaciones demagógicas frente a cartas demagógicas? La consecuencia es que los nuevos indignados ya no quieren que les escriban, y han descubierto que las redes sociales no son sólo cosa de sus nietos. Como diría la canción “a veces llegan cartas con sabor amargo…..” y cargadas de torpeza.

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