En la Tierra a sábado, 20 abril, 2024

La quiropráctica, ¿una terapia peligrosa o una profesión desprestigiada por el intrusismo profesional?

La quiropráctica reconoce que el cuerpo es mucho más que la máquina más perfecta y sofisticada del universo: dispone de una capacidad de auto-regeneración que en ámbitos quiroprácticos se conoce como inteligencia innata. Esa misma inteligencia, esa misma fuerza que a partir de la unión de dos células ha podido construir un ser humano, es la mejor situada para curar ese mismo cuerpo y mantenerlo sano a lo largo de su vida. Con estas palabras describe la Asociación Española de Quiropráctica en qué consiste esta profesión que nació en 1895 y que, prácticamente desde entonces, ha sido foco de polémicas y hostilidades.

Y es que, frente a quienes respaldan que el ajuste quiropráctico es un impulso suave y preciso que permite restaurar el buen funcionamiento del sistema nervioso sin poner en riesgo la salud del paciente, hay quienes aseguran que la manipulación de la columna vertebral es una terapia alternativa que puede llegar a provocar parálisis. Para conocer un poco más sobre esta profesión y de la formación que adquieren los profesionales que practican la evaluación quiropráctica y estos ajustes vertebrales, y para averiguar qué hay de cierto en todas las acusaciones que la rodean, entrevistamos en OndaSaludable a Gregory Upperton, quiropráctico que lleva unos 13 años afincado en Gijón desarrollando su profesión en el centro “Upperton Chiropractic”.

“La quiropráctica es una profesión bastante segura. No hay posibilidades de lesiones o problemas de ese estilo. El efecto secundario de la quiropráctica es la salud”, asegura Gregory Upperton. El experto explica que la quiropráctica incluye la realización de una evaluación de la persona con el objeto de localizar y analizar la subluxación vertebral que sufre, el ajuste vertebral necesario para corregirlo y la evaluación posterior para asegurarse de que la columna de la persona se encuentra libre de subluxaciones. Subraya que esta tarea solo puede ser realizara por una persona formada en la materia: “La formación de quiropráctico no nos sirve solo para lo que podemos hacer, sino lo que no debemos hacer”.

Con respecto a la formación, indica que “la Organización Mundial de la Salud regula la profesión y determina el mínimo de horas de formación necesarias para que una persona pueda llamarse quiropráctico. Este número de horas es muy similar al que tiene que completar una persona que estudia Medicina. El quiropráctico termina la carrera sabiendo tanto de Neurología como un neurólogo, tanto de Radiología como un radiólogo o tanto de rehabilitación como un fisioterapeuta; y las propias técnicas de ajustes quiroprácticos”. “Aunque no seamos neurólogos o traumatólogos, debemos saber qué parte debe trabajar cada uno y cómo encajar en la condición de cada persona”, reflexiona.

Achaca al intrusismo que hoy en día sufre la profesión que pueda haber casos de “ajustes mal hechos”. En tal caso, “el riesgo de dejar a una persona en silla de ruedas haciendo meneos de espalda sin tener estudios es prácticamente nulo”. Sí reconoce que “lo que puede ocurrir es que esa persona termine con asma, diabetes u otras condiciones y que no asocie la aparición de estas enfermedades a la mala práctica de la persona que le ha manipulado la columna”.

Este intrusismo se debe a que en la legislación española no existe legislación que regule su práctica. “En Francia, Portugal Reino Unido, Dinamarca o Suecia está regulada, pero en España hay muchas personas que se hacen llamar quiroprácticos sin tener la formación y nadie puede debatírselo”. Advierte que la única forma de comprobar si una persona está formada o no es dirigiéndonos a la página web de la Asociación Española de Quiropráctica: “Esta asociación no permite que una persona sin estudios mínimos en esta ciencia se haga socio”.

Seguiremos informando…

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