Splificando, se trata de optar, de decidir qué tipo de pensamientos y actitudes nos resultan más convenientes. La actitud es una elección.
Splificando, se trata de optar, de decidir qué tipo de pensamientos y actitudes nos resultan más convenientes. La actitud es una elección.
Las actitudes más negativas las mantienen quienes perciben las dificultades como amenazas, quienes cierran la puerta a las soluciones, se enclaustran en lo dramático y ven, sobre todo, la dificultad.
Por el contrario, las actitudes más positivas son propias de quienes viven las dificultades como problemas a resolver, buscando la salida más eficaz posible. Cuando se encuentran en un apuro, no pierden mucho tiempo en lamentarse y se dedican a hallar las salidas al problema.
Hay que elegir
La vida cotidiana se empeña en procionarnos a menudo situaciones difíciles de sobrellevar y de superar. Esto nadie lo duda. Pero el pensamiento positivo nos ayuda a gestionarlas, que es constructivo y enfoca las relaciones humanas de una manera más equilibrada, ya que se basa en la convicción de que todo puede ir mejor si nosotros ponemos de nuestra parte una actitud positiva.
Ser pesista amarga el carácter y enturbia nuestras relaciones. Además, esta actitud habitualmente esconde la falta de confianza en uno mismo y en los demás. “Qué más quisiera yo que ser optista, pero la vida me ha hecho ser realista”. Esta afirmación casi siempre oculta una renuncia al cambio, que se basa en que las personas son como son y en que es inútil esforzarse cambiar el carácter y la actitud de la gente.
Nada más falso. Hay que reconocer que todos tenemos un componente genético difícil de modificar, pero la personalidad se compone también de conductas aprendidas y sobre estas sí se puede actuar.
En eso consiste el proceso de mejora de la personalidad que, aunque en lo básico se construye en los preros años de vida, puede cambiarse. Por mucho que creamos ser de un modo determinado, si echamos un vistazo a nuestros cinco o diez últos años de vida contemplaremos cómo han evolucionado nuestras actitudes ante los diversos acontecientos ocurridos.
Y si la vida nos cambia, normalmente, a más serios y circunspectos, ¿ qué no podemos modificar voluntariamente nuestra manera de ver las cosas, para poder vivir más positivamente?
