En el Gobierno no era una proridad recibir a Evo Morales tras su triunfo en las elecciones presidenciales bolivianas. De hecho, Zapatero prefirió que el Secretario de Estado de Exteriores felicitara en su nombre al nuevo mandatario. Sin embargo, tras la broma del equipo de Federico Jénez Losantos el panorama cambió radicalmente y Moncloa elaboró un plan de emergencia para agasajar a Evo Morales y evitar a toda costa un nuevo incidente diplomático. La prueba de ello ha sido la afectuosa visita que ha realizado el líder boliviano a España. Nadie sabe para quién trabaja…
La historia la contamos como al hemos conocido. Tras las elecciones presidenciales bolivianas que otorgaron a Evo Morales amplia mayoría, el Gobierno español se tomó la noticia con normalidad y preparó unas felicitaciones que finalmente fueron transmitidas al nuevo mandatario el Secretario de Estado de Exteriores del Gobierno. Las felicitaciones incluían lo normal en estos casos y una eventual invitación a España, a la que nunca se le puso fecha.
Sin embargo, en Moncloa no contaban con que Federico Jénez Losantos y su equipo suplantaran a Zapatero e hicieran creer a Evo Morales que hablaba con el Presidente de Gobierno español. En la COPE tampoco contaban con Morales se lo dijera a todo el mundo en conferencia de prensa y que finalmente se generara un conato de crisis diplomática. ¿Qué hacer? Los cerebros de Moncloa se pusieron a trabajar y llegaron a la conclusión de que la única manera de evitar mayores problemas esta apelar a la confraternidad entre los pueblos.
De esta manera, el Gobierno se sacó debajo de la manga un plan estratégico de recomposición de las relaciones, rotas antes de inaugurarse. Lo prero fue una llamada de Zapatero (esta vez real) en que se invitaba a Evo Morales para que visitase España “cuanto antes”. Realizadas las pertinentes disculpas, con réplica al Vaticano incluida, se comenzó a organizar la vista de Morales que al llegar ayer a España fue recibido con todos los honores posibles.
No es normal que un presidente electo (antes de asumir efectivamente el mando) visite España y se reúna inmediatamente con Zapatero, el Rey, Moratinos, Montilla y el gremio de los empresarios con una poco común cobertura mediática, sobre todo de medios extranjeros. Muchos gobernantes, incluso latinoamericanos, han debido esperar varios meses para hacer cuadrar todas las agendas y tener una visita así de provechosa.
Es verdad que las intereses económicos de las empresas españolas en Bolivia son tantes y que conocer los planes de Evo Morales de prera mano también es vital, sin embargo, la broma de Federico y las intenciones de Moncloa de solucionar el lío diplomático de la manera más rápida posible, han sido tal vez el principal factor para que España sea el tercer país (después de Cuba y Venezuela) en recibir al futuro presidente boliviano.
Al final nadie sabe para quien trabaja, y Federico sin quererlo, ha sido el mejor diplomático logrando unir los gobiernos de Morales y Zapatero en unas reuniones sin precedentes para ambas naciones. Por cierto, Morales abandona hoy el país, mostrando sólo palabras de agradeciento para España y su Ejecutivo. La broma parece que ya está olvidada.
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