La XIV edición de la Feria Internacional del Grabado y Ediciones de Arte Contemáneo se cerró ayer con una bajada en el número de asistentes y de compradores, según los artistas y galeristas.
La decocuarta edición de la Feria Internacional del Grabado y Ediciones de Arte Contemáneo, Estampa, que se inauguró el pasado jueves, se cerró ayer a las 21 horas con un descenso en el número de asistentes y de compradores, según los artistas y galeristas participantes.
Obras de Chillida, Dalí, Miró, Picasso, Lichtenstein y otros 1.000 artistas procedentes de todos los continentes del mundo podían ser contempladas o adquiridas abonando varios cientos o miles de de euros en una de las ferias más tantes de arte contemáneo de la Comunidad de Madrid, junto con la de ARCO.
Este año la novedad más tante de la muestra ha sido la inclusión de video arte, obras que poco a poco van cobrando tancia en el mundo artístico. Entre ellas, una de las más llamativas era la que mostraba el stand de la Comunidad de Madrid y referente al moviento de la Movida. De Antonio Miralda y titulado ‘arte comestible’ se exhibía en una pantalla gigante a un niño introduciendo la cara directamente en el plato lleno de comida. La secuencia duraba unos segundos y se repetía insistentemente.
Otra hizo formar cola delante de su puerta de entrada, a sus pies un cartel, ‘pasar de uno en uno’. En su interior, una sala con paredes blancas y luminosas decoradas con labios de colores y mensajes de amor escritos los visitantes.
Los responsables del stand de la Casa Velásquez manifestaron a PRNoticias que el público este año había disminuido, aunque no era a ellos precisamente a quienes les afectaban las ventas. No era el caso de la galería DKS de Madrid, quienes han registrado menos compras. ‘Este año no ha habido aglomeraciones en los pasillos’, decía una de las artistas. Los responsables de Krisler, galería rusa, dijeron que las causas de la bajada de visitantes y de ventas podrían ser debidas a ‘las obras de la M30, el puente de diciembre cercano, o la economía’.
Entre los visitantes, la queja más generalizada era la dificultad para llegar en coche hasta el Pabellón de Cristal, donde se celebraba la muestra. Los vehículos sin rumbo intentaban orientarse en los pasos de cebra de las inmediaciones. La solución, aparcar e ir en metro.
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