DUELO DE TITANES: AGUIRRE UNO, GALLARDÓN CERO

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Se veía venir desde hace tiempo. En la plaza no hay espacio para dos. O Aguirre o Gallardón. ¿Por qué se lo tienen que poner tan difícil a Mariano Rajoy? Por si acaso el liderazgo del candidato popular a las elecciones del 9 de marzo no estuviera suficientemente amenazado, este giro radical ha terminado de ungir la crisis más temida en el PP. Todo ello, a dos meses de las elecciones generales. Rajoy sota, desde el 14 de marzo de 2004, el lastre heredado de un par de pesos pesados que le han estrechado el camino hasta conducirle a esta encerrona. Se esperaba que el desenlace de la sucesión vendría tras las elecciones. Pero el órdago de Aguirre le ha forzado a elegir; o Gallardón iba en las listas al Congreso, con lo que el alcalde de Madrid se posicionaba como candidato a la Presidencia del Gobierno en un futuro no muy lejano, o Aguirre ditía como presidenta de la Comunidad, para no perder la otunidad de ser, también ella derecho, la prera mujer candidata a la Presidencia de nuestro país.

Tanto Gallardón como Aguirre arrasaron en las elecciones municipales, lo que les insufló de una euforia que, con un liderazgo más fuerte del candidato Rajoy, no hubiera pasado de ahí. No obstante, desde el día en que Rajoy fue nombrado a dedo el ex presidente Aznar, una facción tante del Partido Popular vio perder la otunidad de un giro hacia el centro. Personajes como Piqué quedaron fuera de juego, defendiendo lo indefendible en una plaza tan tante como Cataluña. Desde entonces, Rajoy ha estado prisionero de sus propios titubeos. Ahora es la prera vez que habla alto y claro. El PP que Rajoy presenta cara al 9 de marzo es el PP continuista de Aznar. El que le dio el Gobierno y el mayor número de votos para una mayoría absoluta en las elecciones del 2000. El mismo PP que diseñan y jalean ciertos líderes mediáticos, que ligan sus intereses a la línea política del sector duro del partido. Siempre se ha dicho que las elecciones se ganan en el Centro. Si, como parece confirmarse, la humillación sufrida el centrista Gallardón, le obliga a no tener más salida que la del abandono de la política, el Partido Popular habrá perdido de manera torpe y gratuita a uno de sus máxos conectadores del voto popular, moderado y masivo. ¿Se puede esperar semejante torpeza? O sencillamente todo estaba diseñado, y el aparato tiene claro que su línea del voto es la línea dura. En cualquier caso, la incoración como número dos en las listas de Madrid de un personaje como Manuel Pizarro, ex presidente de Endesa, ni político ni empresario, ha dejado a más de uno confundido, tanto fuera como dentro del PP.

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