La Familia Polanco está en pie de guerra con la Iglesia Católica. Después de sus férreas críticas contra la manifestación de los Obispos el pasado 30 de diciembre, los medios de Prisa han vuelto a arremeter contra la Conferencia Episcopal. El fin de semana denunciaron en uno de los telediarios de Cuatro que no les dejaron ingresar al nombramiento de Martínez Camino y esta mañana han publicado un incendiario editorial contra el 'victismo' de la Iglesia.
Marta Reyero denunciaba el telediario del fin de semana de Cuatro que la Conferencia Episcopal les pidió el ingreso al acto de nombramiento como Obispo de Juan Antonio Martínez Camino. Cuatro no dejó pasar la otunidad para calificar a los Obispos de intransigentes y de sacar a la luz su lado más conservador. Una nueva muestra de que las relaciones entre Prisa y la Conferencia Episcopal pasan uno de sus peores momentos.
Esta disputa era reabierta esta misma mañana con un duro editorial en que El País acusaba a los Obispos de ‘victismo'. El País señalaba que ‘la jerarquía de la Iglesia católica está propagando la idea de que el rechazo de la religión y el anticlericalismo se están extendiendo en España acción del Gobierno. Es una idea falsa e interesada'. Según El País, ‘el abandono de la moral católica ha sido un largo proceso en el que, más que los gobiernos, han pesado factores como el desarrollo económico o la penetración de los modos de vida seculares vigentes ya mucho antes en Europa'.
El País también va a el Papa señalando que ‘el giro doctrinal que está introduciendo el papa Ratzinger ha dado a los prelados españoles un espaldarazo que, entre otras cosas, convierte en bizantina la discusión sobre si existen diferencias de posición entre ellos y la curia romana'.
Y concluyen señalando que ‘Ratzinger ha hecho saber que se propone la reconquista católica de los países del sur de Europa, entre ellos España. Dentro del marco de la libertad religiosa consagrada la Constitución, está en su derecho. Fuera de ese marco, el proyecto de Ratzinger es una agresiva reformulación del integrismo, un órdago anacrónico y gratuito del que la Iglesia será la ejecutora, nunca la vícta'. La lucha está servida.
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