Hábil en su comunicación, certera en su capacidad de crear expectativa, Esperanza Aguirre convoca a la nación en 59 segundos. Lidia y deja crecer la curiosidad. Sonríe, con dientes, como diría el de la Pantoja. Apoya la candidatura de Rajoy, pero no ofrece adhesiones inquebrantables. Dice que si, pero no, que le da su voto, siempre y cuando tenga equipo, tenga programa, y haga un análisis crítico.
Espe quiere jugar al póker, pero no se conforma con tener silla. Discute la posición de la banca. El banquero, que es Rajoy, pegó este fin de semana un puñetazo sobre la mesa. Pero es como esos padres que han dejado que los hijos se le suban a las barbas, que cuando pegan el grito y amenazan con terminar con todo, no le creen, que ya no tienen autoridad. Y a Rajoy le está pasando. Es como cuando dice que es independiente después de dejar que durante cuatro años le hayan diseñado la estrategia entre Losantos y Ramírez.
Este cierre es un cierre en falso. No hay tal. Hay un poco de agua fría después del calentón. A la vuelta de la esquina, la batalla, o el debate volverá. Tiene que regresar, pronto, abierto, sincero, sin sombras. De lo contrario, será sólo una forma de aplazar lo inevitable o de rendirse a las batallas futuras contra sus adversarios.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA