Vaya delante que no entiendo apenas de fútbol. Que nunca me he parado a ver un partido… al menos hasta el pasado domingo. No había en toda España una piedra bajo la que meterse para abstraerse de la euforia colectiva que invadió a todo el país. La crisis económica fue menos crisis, y los casi cuarenta mil nuevos parados del mes se unieron a los más de dos millones de los mismos para, ese día, olvidar su desdicha y bañarse en gritos y cava, no ya catalán, sino español. Estos últos días, la bandera ha sido española, y el idioma ha sido español. Lo que debería de servir abstractamente de guía a dirigentes políticos y mediáticos para demostrar que cuando se quiere se puede. Ser Equipo es la clave para luchar todos juntos y hacer país.
Un único gol, el que metió un jovencíso futbolista llamado Torres, pareció salido directamente de la bota del presidente Zapatero, quien, en las gradas austriacas, junto a los monarcas, no podía disular su alegría quizá haciendo cuentas electorales del empuje y el rédito político que este tanto iba a retarle a su Gobierno. Desde los países centroeuropeos hasta Asia, España estaba de moda. Lo que todas las tadas de los grandes rotativos europeos han reflejado perfectamente en sus titulares, ‘España habla un único idioma: Olé, Olé y Olé', aquí todavía nos cuesta entender cómo demuestran algunos que piensan que hay que iniciar una enorme cruzada, ‘El Manifiesto la Lengua', para defender el uso de un idioma que, si todos los intereses fueran en la misma dirección, se defiende solo.
En los últos años, entre unos y otros, quizá aumentar su cuota de mercado electoral o mediático, más que otra cosa, tienen a toda la ciudadanía envuelta en peleas absurdas, con usos semánticos cargados de artillería políticamente interesada, como la palabra libertad, la palabra español, la palabra vícta, la palabra matronio, y cómo no, nacionalismo. Sólo un hombre, Luis Aragonés, demostró algo incuestionable, que la fuerza de la unión, la consolidación de un gran equipo, trabajando el toque y la precisión el bien del conjunto, con cada jugador respetando su propio origen, idioma e idiosincrasia, sin chupar rueda individual, el buen rollo del vestuario y un juego democrático que respeta sus reglas, consigue siempre grandes victorias. Por una vez, coincidieron todos los diarios españoles; el olé catalán, el olé vasco, el olé gallego, el valenciano, asturiano, andaluz, navarro, canario…, da igual, es el mismo olé, el de un gran país que podía fijarse en el fútbol, ya que es la pasión nacional, y aprender a funcionar como un solo y gran equipo. Hacer que todo funcione, cada uno desde su posición, es hacer que el juego sea excelente. ¿Sple verdad? Que cada cual saque sus conclusiones, ahora que el país está caliente.
CONCHA MINGUELA, DIRECTORA DE ‘GENTE EN MADRID'
