Empecé siendo yo, luego vino el Tío Sam y me acogió en su regazo. Me dejaba hacer lo que quería, siempre y cuando la caja no descuadrara. Algunos años después, sigo con él, pero ahora sin pinchar ni cortar…
Empecé siendo yo, luego vino el Tío Sam y me acogió en su regazo. Me dejaba hacer lo que quería, siempre y cuando la caja no descuadrara. Algunos años después, sigo con él, pero ahora sin pinchar ni cortar…