EL REGRESO

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Ha vuelto como si hubieran estado en una sesión de ejercicios espirituales, de los de San Ignacio. Habla bien de Aznar (con González, dice que es el mejor presidente que hemos tenido), y borra las huellas del pasado sobre lo que fue la negociación con Eta, o la ley de memoria histórica (‘no iba contra nadie', dice en EL Mundo). Bueníso en grado sumo. Ya no aparece como el radical, el rojo, sino como hombre moderado, dispuesto a centrarse en la economía, que es el caballo de batalla. Ha bajado de la montaña leonesa con algo más de realismo, sólo algo más.

Esta mañana, en Tele 5, en lo de María Teresa Campos, ha soltado la liebre de que se presentará en el Congreso para explicar cómo está la situación. Pero el paisaje ya lo conocemos. El asunto es el cómo, el cómo va a salir de esta mientras las autonomías piden más. Los ejercicios de fe se hacen en el amor y en la religión. Para la economía están los números. Y Zapatero no ha dicho si subirá los puestos, y de qué manera vamos a pagar el gasto social y los dineros con bandera autonómica. Y esto es lo que crea alarma, lo que inquieta, que se vaya a echar de nuevo en manos de los nacionalismos desleales para ganar tiempo.

Dice el Presidente que la crisis es cuestión de meses. Antes no tomó medidas que no reconocía la situación, y ahora no conviene adoptarlas enserio que durará poco. Cuando no existía negaba la razón a las previsiones (‘fetichismo de la previsión', decía) pero ahora se agarra al Fondo Monetario para fundamentar la fe. Su realismo es sólo a medias, un fingiento cosmético. 

ALFREDO URDACI, PERIODISTA

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