El agotamiento profesional de los médicos

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Cuando el profesional sanitario se derrumba ante las dificultades repercutiendo en su rendiento personal, laboral y académico probablemente está padeciendo el síndrome de agotamiento profesional. ¿Por qué sucede? El libro El Síndrome de Agotamiento Profesional en Oncología, realizado diversos autores y publicado con la ayuda de MSD, aborda este problema desde la perspectiva de los profesionales que tratan al enfermo oncológico. INCLUYE ENTREVISTA.  

El coordinador del manual, el jefe del Servicio de Oncología Médica y Coordinación Oncológica del Hospital Universitario La Paz de Madrid Manuel González Barón, explica este síndrome, sus causas, como afecta a la vida de los médicos y cómo puede evitarse. El libro, presentado ayer con motivo de la inauguración del Congreso de Oncología médica que se celebra en Madrid, se distribuirá entre los profesionales gracias al patrocinio de la industria farmacéutica Merck Sharp & Dohme España (MSD).

 
Manuel González, segundo la derecha, junto al consejero de
Sanidad de la Comunidad de Madrid, Juan José Güemes

¿Qué es el síndrome de agotamiento profesional en Oncología?
Es cualquier forma de agotamiento físico o emocional relacionado con el estrés laboral y que puede afectar a todos los trabajadores aunque se observe con mayor frecuencia entre profesionales que atienden a personas como sanitarios, docentes o amas de casa. Diríamos que es el extremo de un proceso de sobrecarga laboral que conduce a un estrés máxo con agotamiento emocional, sensación de sobre esfuerzo y despersonalización.


¿Es un fenómeno especialmente presente en oncología?

No es exclusivo de oncólogos. Es frecuente en otras especialidades como personal de U.V.I., psiquiatras, psicólogos, médicos de guardia y urgencias o incluso cirujanos de distintas áreas. Un ejemplo de esto es el caso del neurocirujano descrito en el libro ‘La insotable levedad del ser', de Milán Kundera, en el que este especialista termina siendo camionero.


¿Cuáles son las principales causas de este fenómeno?

Entre ellos se encuentran factores predisponentes como aspectos de personalidad previa, entre los que destacan los perfeccionistas, competentes pero en baja tolerancia a la frustración y grandes niveles de autoexigencia; conflictos de valores entre el trabajo y la empresa u organización o la sociedad centradas especialmente en una remuneración injusta. A estos factores se les añaden causas predisponentes profundas como la falta de madurez de la persona.


¿Cómo afecta en la calidad de vida del médico?

Los problemas son muy diversos y varían desde el embotamiento emocional hasta la depresión pasando la desmotivación y disfunciones físicas, pérdida de memoria, alteraciones gastrointestinales, palpitaciones, hipertensión arterial, alteraciones hormonales variadas, contracturas musculares, dolores lumbares y nucales o cervicales, disfunciones sexuales o falta de concentración mental y de tomas de decisiones.


¿Y a la calidad asistencial del paciente oncológico?

Existe una clara relación directa entre el agotamiento profesional y un mayor número de errores en el trabajo o abandono del puesto de trabajo. A esto se le une que el nivel de compromiso con la organización va siendo menor. Además se aprecia un deterioro en las relaciones con las personas con las que trabaja y se empobrece la comunicación con el paciente o la familia.


¿Qué medidas pueden plantearse para mitigar este problema?

Yo diría que la vuelta a valores tradicionales como la cultura del esfuerzo desde niño, una educación con mayor contenido humanístico y en la que se inculque el sentido del deber sobre lo que me apetece en cada momento así como el valor de la solidaridad y el amor al prójo, el sustrato sobre el que se debe construir la atención a los demás. En relación con los profesionales en oncología, hay un grupo de medidas que ayudan a superar esta situación como las intervenciones grupales interdisciplinarias, desarrollando estrategias de apoyo al equipo, buscando el sentido de lo que hacen. Es eficaz también el desarrollo de entrenamiento en habilidades de comunicación, o de valorar periódicamente que tipo de medicina quiero practicar o que tipo de médico quiero seguir siendo. También ayudan las técnicas cognitivas, reestructurando las ideas y los pensamientos apoyados las creencias y las de solución de problemas unidas a la planificación de actividades gratificantes. Además, la rotación en los puestos de trabajo siempre que se pueda y la plicación en estudios investigacionales, contribuyen a no padecer este síndrome.

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