No se puede vivir con odio en el corazón

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Cuando el año 2010 casi llega a su final, asistos a diversos procesos de cambios a escala planetaria. La crisis económica afecta a todos  igual, el deshielo de los glaciares comienza a modificar los mapas geográficos y el encareciento de los alentos golpea a las naciones más pobres de nuestro planeta azul. Son parte de variados factores, entre los que se encuentran los errores cometidos la humanidad en su camino hacia el desarrollo y el progreso. No se puede olvidar que los humanos somos seres perfectos, pero ello no significa rendirse ante los nuevos retos que se presentan alcanzar un mundo mejor.

 

En la Declaración Universal de los Derechos Humanos, un documento revolucionario del respeto al derecho de todos a punto de cumplir 62 años, la comunidad internacional proclama que ‘la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen base el reconociento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana’. Asismo, la Declaración establece como la más elemental aspiración ‘el adveniento de un mundo en que los seres humanos sean liberados del terror y la miseria’.

 

Sesenta y dos años después, la brecha entre retórica y realidad, debería provocar un examen de conciencia parte de todos los países firmantes de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, entre ellos y principalmente Cuba, uno de los principales promotores de la misma en 1948.

 

Durante más de 50 años el régen de la Habana ha violado los principios establecidos en esta declaración de la Organización de Naciones Unidas, lo que ha hecho posible que no pocos cubanos se vean acosados perseguidos y exterminados no compartir el discurso oficial, mientras que otros han experentado la frustración y han visto diluirse los sueños que alentaban un mañana mejor. Muchos, no pocos, han optado emigrar muchos a riesgo de sus propias vidas y la de sus familiares tratando de lograr vencer ese sentiento, no absoluto pero si presente en cientos, miles, cientos de miles de cubanos de haber venido a este mundo para vivir en un país virtual.

 

El régen continúa con su mismo discurso, pero el momento no es de promesas, consignas y retóricas. En eso hemos perdido 5o años de nuestras vidas. Excarcelaciones de disidentes y presos políticos no cambia el panorama actual del cubano de a pie, de ese que sufre en ca propia la ineficiencia e incapacidad de los autotitulados mandatarios cubanos. Los cubanos de hoy, las nuevas generaciones, creerán que el futuro les pertenece si se saben dueños de su presente. Y para ello no hay que esperar que nadie nos diga lo que debemos hacer, sino tener la otunidad de ser para hacer, para tener, para decidir y para sentirse parte de un proyecto  común de nación donde prevalezca la máxa del más universal de todos los cubanos, nuestro José Martí; ‘con todos y para el bien de todos’ pero, eso sí, sin intransigencias ni atrincheramientos doctrinarios de izquierda o de derecha.

 

Pero los ‘cambios estructurales y de conceptos’ anunciados Raúl Castro no son la solución. Eso solo significa destruir o elinar a todo el que no opine o piense igual a él como siempre ha ocurrido a lo largo de este período oscuro de la vida social cubana en nombre de un futuro mejor y una ideología desfasada y caduca. Este progreso se viene anunciando desde hace décadas, pero siempre hemos retrocedido cada vez más, quedando en la nada la voluntad activa y consciente de los gobernantes para lograrlo.

 

De nada servirá la tarea encomendada a la alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Catherine Ashton, si solo escucha la versión de quienes ostentan el poder dentro de Cuba desde hace más de 50 años torturando, repriendo, hostigando, matando a un pueblo hambreado y atemorizado. Para conocer la realidad cubana es necesario conocer la opinión de los opositores y disidentes cubanos de dentro y fuera de la isla, de lo contrario sería arar en el mar y se perdería el momento propicio de lograr un cambio pacífico, y ante la urgencia que no es precipitación, del instante histórico que vivos poder alcanzar la libertad y la democracia para Cuba y todos los cubanos. El futuro que necesita y merece nuestro país.

 

JULIO CÉSAR GÁLVEZ

Periodista

Exprisionero de conciencia cubano del Grupo de los 75

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