Albert es corresponsal de TV3 en Oriente Próxo. El pasado lunes fue ‘detenido’ el ejército egipcio cuando trataba de cubrir los acontecientos de la plaza Tahrir, también conocida como plaza de la Liberación. Hemos podido hablar con él y nos ha contado cómo ocurrió todo y lo que piensa sobre los hechos.
Cuando Albert y sus dos compañeros, un cámara británico israelí y un productor egipcio, fueron a acreditarse les dijeron que utilizasen el justificante anterior y que volviesen al día siguiente a el nuevo. Al llegar a la plaza, la policía les dejó pasar tras escuchar al periodista catalán decir que era de Barcelona ‘eso te abre muchas puertas aquí que la mayoría son del Barza’. Y así fue, entraron en la plaza y vieron que el ejército estaba lpiándola ‘arrasaban con todo, y claro, con nosotros también. Nos metieron en un carro blindado, sin pedirnos nada ni dejarnos enseñar la acreditación… Pasamos ahí dos horas, amontonados con el resto de personas que estaban detenidas, gente herida, revolucionarios, indigentes… Unos enca de otros, en ese tanque entrarían como 8 o 10 personas y éramos decenas’. Esa agonía duro dos horas hasta que les trasladaron a un cuartel general.
En un patio de tierra del cuartel hicieron al periodista y sus dos compañeros tumbarse en el suelo de igual manera que los centenares de personas que se encontraban allí. ‘Estábamos absolutamente rodeados unos 200 soldados quienes, con barras de madera, pegaban en el hombro a las personas que trataban de levantarse o moverse. Hubo gente que lo intenta, chilla, pero los soldados chillaban más y cargaban la metralleta… ahí sí me dio más miedo que el propio soldado puede perder el norte’.
Así hasta que alguien llama a Albert Elfa ‘cuando escuché mi nombre me sonó a gloria’. No salió del patio hasta que dejar constancia de que él estaba con dos compañeros más, y una vez fuera, un general y varios agentes de policía vestidos de paisano les piden, delante de un representante de la embajada y la cónsul de cultura, que borren todo el trabajo que habían realizado ese día. ‘Lo hicos, lo tuvos que borrar’ confiesa.
De hecho, esta misma situación la han vivido unos compañeros de la BBC un día después de Albert y sus dos colegas, ‘es el manual del ‘Perfecto Dictador’, intentar acallar la voz de la prensa para que el pueblo no sepa lo que está pasando y actúen de una forma más libre’. En Egipto, a pesar de la agen que se ha tratado de difundir, ‘tienen miedo a un periodismo libre que les pueda criticar y contar lo que ocurre’.
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