15 / TORCUATO FERNÁNDEZ MIRANDA (1)

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Fue el verdadero artífice de la Transición, el cerebro sibilino que supo pasar de la Dictadura a la Democracia casi inmaculadamente, el que consiguió que las Cortes franquistas se hicieran el “harakiri” sin rechistar y enca aplaudiendo. El fue el que se inventó la “Ley para la Reforma Política” que luego desarrollaría Adolfo Suárez.

 

PERSONAJES DE AYER Y DE HOY / Julio Merino Conocí personalmente a Torcuato Fernández Miranda después de la muerte de Franco y cuando yo era director de Pyresa. Un día sonó el teléfono de mi despacho, lo cogí y se produjo esta rápida conversación:

 

        Sí, dígame.

        ¿Don Julio Merino?

        Soy yo.

        Soy Torcuato Fernández Miranda.

        Hombre, Presidente.

        No, no te llama el Presidente de las Cortes. Te llama un lector cabreado…

        Hombre…¿y eso?

        Verás, ayer tarde iba yo dando un paseo la Carrera de San Jeróno cuando de pronto, y al pasar el escaparate de una librería, algo me pegó un puñetazo en los ojos. Era la tada de un libro que se llama “Los pecados de la Monarquía”. Entré y lo compré, y vi que estaba firmada Julio Merino. Luego, después de cenar me puse a leer… y me has dejado sin dormir toda la noche. Eres el demonio en persona.

        Torcuato, me haces un honor.

        Déjate de tonterías y de: ¿tú y yo podemos hablar a fondo de “Los pecados de la Monarquía”?

        Hombre, cuando tú quieras.

        Bueno, pues si puedes te vienes esta misma tarde a las Cortes. ¿Te parece bien?.

        Allí estaré a las siete. No sabes como…

        Venga, venga, luego hablamos. Y gracias.

 

Y allí estuve, como niño con zapatos nuevos, aunque con cierto miedo, pues Torcuato tenía fama de ser un dialéctico cruel y sibilino… Fue una conversación tremenda, que el profesor Fernández Miranda me interrogó durante media hora como a un alumno al que quería suspender. Luego, de pronto, y en un momento dado, cambió y se mostró amable. Y ya sólo me hizo una pregunta: “¿Y qué crees tú que mataron a Carrero Blanco?”. “Por lo mismo que mataron a Pr, a Cánovas, a Canalejas y a Dato”, respondí yo a bote pronto. “Sí, aquello fue todo muy oscuro. Para mí todavía hay muchas lagunas…incluso en lo material” dijo él. “Bueno, en lo material y en lo “cerebral”, que siempre se dijo que ETA sólo había sido la ejecutora, que la Dirección sin embargo correspondía a otros…es más, alguien me dijo cuando estaba escribiendo mi libro que no dejara de leer el informe que hizo el Almirante en 1947, a su vuelta de Estoril, que en lo que habla con don Juan podía hallar buenas pistas” (el contenido de ese informe puede leerse en la obra “La larga marcha hacia la Monarquía” que escribió Laureano López Rodó). “Sí, también eso llegó a mis oídos, pero el misterio siguió”. “Y seguirá siempre” dije yo.

 

Después de aquella prera entrevista (de la que aún conservo algunas notas muy interesantes), nuestras relaciones , telefónicas o personales, se fueron haciendo hasta amistosas. Aunque la vorágine política de aquellos meses y su gran protagonismo espaciaron nuestros encuentros. Entonces Torcuato era el “Director” omnipresente. Volvos a vernos en septiembre de 1976, siendo ya Presidente del Gobierno Adolfo Suárez y cuando gestaba la “Ley para la Reforma Política”. En aquella ocasión le encontré pletórico, triunfante y lleno de ideas y proyectos…(Tanto que para mis adentros dije: “¡Qué barbaridad! Parece Napoleón la tarde noche de Austerlitz”).

 

        Merino, vamos a hacer cosas grandes. Ha llegado la hora de España. Tenemos un Rey estupendo, joven, inteligente y abierto a todo. Tenemos un país moderno, alegre, competitivo y somos la déca potencia industrial del mundo… Ya, ya sé que no va a ser fácil pasar de un régen como el de Franco a una democracia plena, pero yo estoy seguro de lo que vamos a conseguir. Entraremos en Europa, lideraremos a Hispanoamérica y seremos un ejemplo para el mundo…

 

        ¿Con Suárez?, le pregunté tímidamente.

        Adolfo es el hombre que necesitábamos en este momento. Es joven pero tiene mucha experiencia política… y además, conecta muy bien con el Rey.

        ¿Y su cultura?

        Para hacer lo que vamos a hacer no necesitamos a un Ortega. Necesitamos a un hombre que viniendo del pasado no sufra al romper con su pasado.

        ¿Una marioneta?.

        Los principios no son inmutables, ni las personas. Y Adolfo ha entendido el papel que le hemos asignado a la perfección. Además estoy yo. Y yo voy a colaborar al máxo en esta ocasión histórica que se nos ha presentado. Porque ni Franco, en 1939, tuvo una ocasión como la que nosotros tenemos ahora.

        O sea… con las manos tendidas, pero desde la Victoria?

        Sí, ya sé lo que dije en 1973, pero ahora estamos en 1976. Y además no me retracto de mis palabras de entonces. No olvides que yo también hice la guerra.

        Bueno, bueno, así que “desde la Ley a la Ley a través de la Ley”?

        Sí. Desde la Ley a la Ley a través de la Ley. Porque lo que estamos haciendo es todo legal.

        Yo lo diría de otro modo.

        ¿Cómo?

        Desde la Ley a la Ley a través de la trampa… saducea.

        ¡Déjate de trampas y recelos! y no seas mal pensado. Todo lo que estamos haciendo, insisto me dijo al tiempo que me apretaba el antebrazo con su mano derecha es legal… y además hay que hacerlo. Así lo quiere el Rey.

        Bueno, eso es otra cosa, y lo entiendo le repliqué. Para desatar lo que estaba “atado y bien atado” hacía falta una mente como la tuya.

        Amigo Merino, ahora o nunca.

 

Y cortante, seco, autoritario, sentenció: “Nadie puede atar el futuro… que el futuro nunca es nuestro. El futuro lo hacen los otros.”

 

Guardo también buena memoria de una charla que mantuvos cuando ya se “tramitaba” la Constitución y él era Senador designación real. Entonces su obsesión era ya el tema de las Autonomías y “lo” de las nacionalidades. Ahí se enfrentó abiertamente con la tesis de la UCD de Adolfo Suárez y comenzó, íntamente, su “via crucis” personal. “Están locos, Merino, están locos… Las Autonomías, como las han planteado, nos llevarán al desastre…y añadió Yo no quiero ser cómplice de un disparate. “Lo” de las nacionalidades romperá un día la unidad de España. Ni la República se atrevió a tanto… Si aprueban eso, yo me borro”.

 

(Napoleón, pensé entonces, va camino de la isla de Elba).

 

Y “borrado” debió sentirse el miércoles 6 de diciembre a la hora de votar el Referéndum de la Constitución. Porque, según me confesó al día siguiente, su voto fue negativo.

 

        No me lo creo, Torcuato.

        Pues allá tú y tus creencias, muchacho. Además, ya te lo dije: yo no puedo ser cómplice de un disparate. Mi conciencia no me lo permite. Entre el error y la virtud o entre la lógica del éxito y la lógica de la verdad, me quedo con la ética, y en este caso con la consecuencia. Y sobre la consecuencia, la sinceridad. “Lo” de las nacionalidades traerá cola…

        Bueno, pues esto es noticia de prera página.

        ¡Ni se te ocurra!… Bastantes problemas tengo ya.

        Hombre, Torcuato; pero algo tendré que decir. Porque es muy gordo que el “cerebro” de la Transición haya votado “no” a la Constitución que va a servir de marco legal a la nueva situación… Y no olvides que soy periodista.

        Bueno, bueno, tú escribe algo y me lo lees. Pero no seas rotundo… que si tú eres periodista yo soy político, no lo olvides tú tampoco.

 

Y eso hice. Elegí una foto suya de archivo y escribí un pie sibilino, en el que se decía pero no se decía… Luego se lo leí, lo aprobó y nos reímos. La foto y texto, destacados, aparecieron en la tada de “El Imparcial” el día 8 de diciembre.

 

Pero, en realidad, nuestras relaciones de amistad cuajaron tras la convocatoria de las elecciones de 1979, en plenas “fiestas navideñas y constitucionales”, cuando toda la clase política vivía y para la Constitución recién aprobada… Recuerdo que a raíz de la tada de “El Imparcial” del 31 de diciembre (donde yo incitaba a una “mesa redonda” para crear la “alternativa de la unidad” contra la Izquierda y contra Suárez) me llamó y me pidió que fuera a verle. Y así lo hice.

 

        Te has precipitado, Merino, te has precipitado. Yo me estoy pensando volver a la política y hasta crear un Partido, pero no así…me dijo nada más verme Creo que te has cargado el invento.

        ¿Por qué?

        Porque antes de sentarse a esa “mesa redonda” que tú propones hay que hacer algo más tante. ¡Yo no salto a la arena electoral sin prensa! ¿No lo entiendes? Hay que apoderarse de todos los medios de comunicación que se pueda… periódicos, revistas, emisoras de radio… Hacer lo que han hecho Fraga y compañía es de locos. Por eso te he llamado. Quiero que, con la máxa urgencia, me hagas un estudio aproxado del capital que haría falta para meterse en la Prensa y un informe sobre la situación económica de… (y aquí citó los nombres de algunos grupos de periodísticos que no vienen al caso mencionar ahora).

        Pero, ¿hay dinero?

        El que haga falta.

        Torcuato le dije pausadamente, creo que ahora pecas de optismo. Aquí ni Dios pone un duro para enfrentarse al “poder constituido”.

        Ese no es tú problema. Tú tráeme lo que te pido y ya veremos.

 

A los pocos días yo me presenté con una carpeta llena de folios y se los entregué. “Esto es posible”, se dijo a sí mismo mientras iba leyendo. Y cuando terminó, me miró y sentenció: “Esta noche ceno con los del dinero y ya verás… Hay muchos intereses en juego y… bueno, mañana mismo te llamo”. Y al día siguiente, efectivamente, me llamó. Entonces sólo dijo dos palabras: “Tenías razón”… y una apostilla: “He perdido mi últa batalla”.

 

Y Suárez ganó las elecciones generales.

 

(Fueron aquellas elecciones del hundiento de Fraga y toda la derecha).

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