‘Sexo, amor y Comunicación corporativa’ o cómo las empresas necesitan ayuda para difundir su mensaje

David_Martinez
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‘Las empresas lo que buscan es amor. Lo de la influencia es intentar que te quieran’. Amor, amor y nuevamente amor. Es el lazo que las empresas intentan establecer cada vez más con sus clientes de Comunicación, según asegura David Martínez, gerente de Comunicación externa de Orange, que además añade que ‘ya no vale con splemente vender un producto, que te paguen él y ahí acaba la relación con el cliente. Ahora las empresas tenemos que establecer lazos, y para eso necesitamos ayuda para difundir nuestro mensaje y apuntalar la reputación de nuestra empresa’. Y los influencers aquí tienen mucho que hacer.

 

David Martínez participó en ‘Influence One’ en la ponencia ‘Comunicar para influir en un entorno de influencers’, y en ella comenzó relatando un cuento, que también reproduce en su blog, en el que habla sobre la tancia de los influencer (todos influos según el directivo) en las estrategias de Comunicación de las empresas:

 

‘A las empresas se nos ha quedado pequeño el modelo de Comunicación basado en hacer oír nuestra voz en medio del griterío. El juego ahora va mucho más allá de conseguir captar la atención de la chica o el chico desde la pista de baile abarrotada para intercambiar teléfonos y tener sexo rápido, con dinero de medio. Algo frío, mecánico, una transacción satisfactoria pero sin rastro de amor. Sple promiscuidad consumista en la cama destartalada del capitalismo.

 

En la sociedad conectada, el sexo de una noche, de un solo acto comercial, ya no colma nuestros apetitos. Queremos que nuestra relación vaya más allá, que los lazos de unión sean algo menos efímeros. Deseamos continuidad en la relación con el cliente, que se enamore de nosotros. Incluso que nos recomiende a otros planteando una relación abierta, sí, pero apuntalada en los sentientos.

 

Manos en la tormenta

 

Aspiramos a una relación más plena, apoyada en la fidelidad (la de los otros, eso sí), que nos permita hallar cobijo en un entorno difícil, de incertidumbre creciente. La sobreabundante oferta de sexo más barato –incluso gratis está poniendo en peligro añejos modelos de negocio basados en el frío pero lucrativo intercambio carnal. Por eso ahora buscamos parejas estables, alguien a nuestro lado para superar estos momentos de zozobra, manos a las que agarrarnos en la tormenta.

 

Así que nos ponemos guapas, afilamos nuestras habilidades de Comunicación y paseamos nuestra figura todos los lugares de reunión más populares de la ciudad: la plazoleta Twitter, el bar Facebook, la gran discoteca Google… Arregladas pero informales, serias y eficaces, tradicionales… Cada empresa opta una personalidad, una apariencia –quizás un disfraz que puede aumentar sus posibilidades de éxito en este laberinto de pasiones. Ah, pero las frustrantes experiencias previas han hechos que las parejas potenciales se hayan vuelto muy exigentes y suspicaces.

 

Es el del amor un trabajo muy cansado y más si no establecemos un método en nuestra búsqueda. Perdos la vieja agenda en no se sabe qué lugar y las modernas bases de datos resultan poco glamurosas para nosotras, viejas conquistadoras acostumbradas a coronar cada noche con éxito con solo un chasquido de dedos. A la hora del té, las más jóvenes hablan de cómo manejar con provecho estos datos pero, a poco de empezar la conversación, nuestro rostro se dirige, con gesto melancólico, hacia la ventana. ¿Big data? ¡Qué lata!

 

Así que, para ahorrarnos paseos y copas, recurros a soluciones que faciliten la promoción de nuestros encantos. Buscamos sujetos influyentes que quizás mejoren las posibilidades de éxito en nuestro anhelo romántico. Pero ¡qué difícil resulta encontrar amor después de tanto tiempo entregadas al sexo de pago! Los viejos hostales de paredes empapeladas han mutado en agencias de contactos online, y las pícaras alcahuetas parecen haber perdido su lugar en las oscuras esquinas. De hecho, apenas hay ya esquinas en sombra pues una moderna iluminación de blancura líquida inunda las calles.

 

La línea hacia el futuro

 

En nuestra aventura descubros, sin embargo, que, a pesar de la menguante oscuridad, las viejas celestinas siguen teniendo predicamento. Aún se muestran hábiles para que su voz –si bien con menos fuerza los estragos de la edad se siga escuchando con interés. Desencadenan conversaciones y chismorreos en tradicionales corralas y tabernas, pero también en los centros de reunión de la modernidad. En la línea del tiempo hacia el futuro se solapan distintas épocas y en nuestra búsqueda del amor no podemos despreciar nada, ni siquiera los más tradicionales usos de cortejo.

 

En cuanto a los nuevos casamenteros, nos resultan extraños, no sabemos muy bien cómo lograr su colaboración. Nuestra relación con ellos es más reciente y se está construyendo desde la desconfianza. No hay tradición que sirva para dibujar el campo de juego, ni reglas dictadas la fuerza de la costumbre. Conscientes de nuestras necesidades, se muestran esquivos y volátiles como inocentes angelitos armados de flechas del amor. Mas, con frecuencia y pasado cierto tiempo, descubros que su pose de Cupido se torna en diabólico gesto, y sus manos dejan de dibujar corazones con los dedos para contar monedas en la puerta de la mancebía. Quizás se muestran inmorales que los preceptos de una nueva moral, que podrían hacer suya, aún están emergiendo.

 

Y entonces nos damos cuenta de que no están los tiempos ni nuestras cas para desaprovechar otunidades en nuestra búsqueda amorosa. Viejas alcahuetas y nuevos celestinos nos pueden resultar útiles, pero también debemos ampliar nuestro círculo social sin la intermediación de estos correveidiles. Valientes, nos zambullos en entornos de conversación callejeros en los que tratamos de resultar originales y lanzamos nuevos temas de conversación con la esperanza de que resulten interesantes y aumenten nuestro atractivo a ojos de potenciales amantes. A veces no hay mejor maquillaje para ocultar las arrugas que una charla subyugante.

 

Estrategias de supervivencia

 

Hemos cambiado, ya no somos esas jovenzuelas alocadas que hoyaban cada noche un nuevo colchón. Nuestra recién estrenada madurez debe acompañarse de un discurso sereno y constructivo. De repente, nos hemos hecho responsables y eso sorprende y atrae a nuestros interlocutores. Nos sentos tantes, influyentes incluso y, poco a poco, conversación tras conversación, adivinamos un destello de complicidad en los ojos que nos observan. ¿Será solo deseo o, fin, será amor eso que flota en el ambiente?. Con esa esperanza continuamos hablando que, aunque no lo queremos reconocer, el amor es ya casi el único asidero firme al que nos podemos agarrar para que no nos arrastre la ciclogénesis explosiva cotidiana. Quizás, la única estrategia de supervivencia posible en estos tiempos salvajes’.

 

Según David Martínez, ‘hoy todo comunica y todos comunicamos, y si la empresa lo hace mal tiene que sotarlo. Las crisis graves de Comunicación, las previsibles, parten de gente anóna, lo que vemos que no solo los bloggers influyen, sino que todos lo hacemos. De hecho, hay personas con muy pocos seguidores en Twitter, pero muy cohesionados, que pueden tener un pacto relevante. Esto exige una monitorización constante, transversalidad y flujos de Comunicación constante entre departamentos’.

 

Seguiremos informando…

 

 

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