Son necesarias opciones terapéuticas innovadoras con toxicidades mínimas a largo plazo en el tratamiento del VIH

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Infectólogos especialistas en VIH han asistido este fin de semana en Madrid a la reunión organizada por Gilead Sciences Diálogos en VIH: La redefinición del éxito del tratamiento, una sesión abierta donde expertos en la materia han participado y debatido sobre los últimos retos que supone la cronicidad del VIH y que afectan directamente al abordaje terapéutico de la enfermedad. Entre esos retos se encuentran la inflamación o el riesgo cardiovascular que sufren los pacientes infectados. Además, se ha tratado la importancia que tiene establecer hacia dónde van las nuevas terapias ya que, en la actualidad, hay muchas alternativas posibles.

El VIH es una enfermedad controlada, pero hay que ir más allá de la carga viral o los niveles de CD4, ya que las tasas de comorbilidades están creciendo. El aumento de las comorbilidades en el manejo de los pacientes VIH significa que poseen un mayor riesgo de sufrir enfermedades asociadas al envejecimiento. Esto se relaciona con el empeoramiento de su calidad de vida, mayores posibilidades de tener que tomar otros fármacos para tratar o prevenir estas enfermedades, y por último, una ligera menor esperanza de vida que la población general de las mismas características. El manejo de las toxicidades a largo plazo en los pacientes con VIH, en palabras del Dr. Moreno, “constituye ahora el problema central para la elección de antirretrovirales. Tenemos garantizada la eficacia virológica con cualquiera de las pautas que se recomienda en tanto que la adherencia sea adecuada. Solo el problema de la toxicidad, tanto inmediata como, sobre todo, a largo plazo, distingue unos fármacos de otros y su manejo cobra especial relevancia en las personas con más edad”.

Los pacientes con VIH en tratamiento están envejeciendo y ya cerca del 50% de ellos ya tienen más de 50 años. El VIH, per se, está asociado a un envejecimiento precoz y al desarrollo de comorbilidades en edades más jóvenes. Según los datos de la cohorte Vach-CRETA, presentada el pasado mes de diciembre durante el congreso nacional de Gesida, se demuestra que hay un aumento de un 44% de eventos cardiovasculares en los pacientes que se estudiaron desde 2010 a 2014, además de que también se observó un incremento de la prevalencia diabetes o dislipemia. Dentro de los resultados de la cohorte Vach-CRETA, un 45 % de los pacientes tenían un riesgo cardiovascular medio /alto, y de estos un 87% también tenían un riesgo medio/alto de progresión a enfermedad renal.

En palabras del Dr. Santiago Moreno, jefe del servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid “las personas con infección por VIH que tienen más de 50 años precisan atención en al menos dos aspectos. Por un lado, se debe tratar la infección por VIH con los mejores fármacos disponibles teniendo en cuenta que en esta población puede presentar problemas específicos y, por otro lado, la toxicidad puede ser más frecuente al presentar comorbilidades o deterioro fisiológico de algunos órganos que condiciona mayor incidencia de efectos tóxicos. Es el caso de la función renal, la densidad mineral ósea o el aumento de riesgo cardiovascular asociado a la edad. Es muy frecuente la polifarmacia para el tratamiento de las enfermedades concomitantes, lo que puede crear problemas de interacciones con fármacos antirretrovirales. La utilización de fármacos seguros en este grupo de pacientes es, por tanto, una prioridad”.

Según el Dr. Vicente Estrada, del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, “los pacientes con infección VIH, incluso estando bien controlados, presentan algunas enfermedades con más frecuencia que personas de población general de las mismas características. Estas enfermedades se asocian al envejecimiento como la enfermedad cardiovascular, la osteoporosis o la insuficiencia renal”.

Durante su intervención, el Dr. Estrada resaltó que, “en las necesidades médicas no cubiertas para un mejor manejo de las comorbilidades de los pacientes VIH, existen algunas lagunas de conocimiento sobre las causas de este aumento de riesgo de padecer otras enfermedades no relacionadas con el VIH, lo que repercute en peor prevención y tratamiento. En concreto, es especialmente importante en el caso de la enfermedad cardiovascular, el deterioro cognitivo y determinadas neoplasias. Los avances en el tratamiento antirretroviral han mejorado el pronóstico de algunas enfermedades, pero aún existen aspectos que deben mejorar”.

En la actualidad, y con acceso a un tratamiento apropiado, los pacientes con VIH cuentan con el potencial de vivir casi tanto tiempo como la población en general. No obstante, las investigaciones revelan que tienen un riesgo más elevado de sufrir comorbilidades relacionadas con la propia patología, el tratamiento y la edad, lo que significa que ayudar a conservar la salud a largo plazo debería ser la máxima prioridad a la hora de adoptar decisiones sobre tratamientos. Sobre esto, el Dr. Estrada señala que “la experiencia en los últimos años de tratamiento antirretroviral nos ha demostrado claramente que los tratamientos actuales poseen un menor riesgo de complicaciones de carácter cardiovascular que los tratamientos que se usaron en el pasado”.

El Dr. Santiago Moreno añadió que, “sin duda alguna, se han producido innovaciones terapéuticas que han mejorado la toxicidad de los fármacos previos y que alcanzan a tener efectos de los que carecían los previos. La transformación se ha producido con la incorporación de análogos de nucleósidos carentes de toxicidad y de la familia de inhibidores de la integrasa que gozan de todas las características favorables que se le exige a un medicamento antirretroviral”.

Uno de los retos prioritarios en los pacientes VIH es el riesgo cardiovascular y la fragilidad. Los pacientes VIH tienen más riesgo de sufrir un evento cardiovascular que la población general a igualdad de factores de riesgo: 1,5 veces más de tener infarto de miocardio y otra enfermedad cardiovascular y que, según la evidencia científica, la incidencia aumentará en los próximos años.

Esta reunión ha contado con la participación del Dr. Santiago Moreno, jefe del servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid; Dr. José Ramón Arribas, del Hospital Universitario de la Paz de Madrid; el Dr. Vicente Estrada, jefe de Sección de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínico San Carlos de Madrid; la Dra. Piedad Arazo, del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza; el Dr. Sergio Serrano del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y el Dr. Joaquín Portilla, del Hospital General Universitario de Alicante- Alicante.

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