Presencias que empoderan y motivan

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Somos seres relacionales, , es decir, estamos continuamente relacionándonos con otros seres y en cualquier caso siempre nos relacionamos con un ser muy especial: con uno mismo.

Estas relaciones suponen experiencias vitales únicas que pueden ser determinantes en el devenir de cada uno y del entorno que se cierne alrededor nuestra.

Y es en el seno de esas relaciones donde surge una de las cuestiones más acuciantes en estos momentos en los que estamos inmersos, y es conseguir generar y mantener (en nosotros mismos o en otro ser humano) la motivación necesaria para afrontar todos aquellos retos que la vida o nosotros mismos nos fijamos. En definitiva hacernos con el “poder” de dar en cada momento nuestra mejor versión o acompañar para que otra persona lo consiga.

Ya sea en el ámbito empresarial, familiar o personal, tener presente este hecho y saber cómo facilitarlo es sin duda uno de los mayores enigmas con el que nos podemos encontrar y,como tal, está esperando a ser revelado.

Serán muchas las maneras y fórmulas de poder llegar a empoderar/motivar a una persona (colaborador, amigo, pareja, hijo…), si bien una de las que por su sencillez está más lejana a todos nosotros y por lo tanto es menos frecuentada, es la de utilizar NUESTRA PRESENCIA más absoluta, más sincera y más generosa por dicha causa, por la causa de empoderar o motivar a otra persona querida (o incluso a uno mismo).

La presencia, nuestra presencia, es sencillamente “estar estando” en cada momento en el lugar y el tiempo concreto, sin permitir que nuestra mente esté viajando por otro lugar y otro momento diferente, es estar conectado con el aquí y ahora, y entregar nuestro cinco sentidos a la otra persona de forma que se sienta atendida, escuchada, acogida y como tal empoderada.

SÍ EMPODERADA, porque no hay mayor empoderamiento para cada uno de nosotros, que ser conscientes y comprobar que hay otro ser (humano) que nos entrega parte de su tiempo y de su capacidad a nuestra causa, a la que en dicho momento sea, en definitiva a nosotros, siendo un gesto que no tiene precio alguno (el tiempo de cada uno no tiene precio y va subiendo a medida que avanzamos de edad).

Seguiremos informando…

 

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