Las altas temperaturas que están azotando especialmente algunas regiones de España durante estas últimas semanas, además de las molestias y el malestar que provocan en general, pueden traer consigo un problema, que puede pasar desapercibido, pero puede resultar peligroso sino se combate a tiempo. Estamos hablando de la deshidratación. Esta se produce cuando el cuerpo no tiene la suficiente cantidad de agua y líquidos que necesita.
Como advierte el Dr. Vicente Arrarte, miembro de la FEC y presidente electo de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), “la deshidratación evita un normal funcionamiento de los órganos, disminuye la creación de orina y puede deteriorar rápidamente la función renal, llevando, en una situación prolongada, a la aparición de arritmias por alteración de los iones y fallo sistémico, lo que puede resultar muy grave si no se da solución en un tiempo adecuado”. En casos extremos, no estar bien hidratado puede provocar daño cerebral permanente, convulsiones e incluso la muerte.
Por ello es muy importante hidratarse. El agua forma parte de nuestro cuerpo, suponiendo entre un 50 y 65% de nuestra masa corporal. No solo se encuentra en el interior de nuestras células, tejido muscular y adiposo, el agua también forma parte de nuestras articulaciones, y está presente en la mayoría de nuestros órganos. Además de actuar como lubricante, formar la saliva o regular la temperatura corporal, el agua es imprescindible para que nuestro organismo realice muchas de sus funciones.
Pero el cuerpo humano pierde líquido de forma constante. En condiciones normales, podemos llegar a perder hasta dos litros y medio por día, de los cuales medio litro se elimina con el sudor. “El calor, el deporte y, en general, nuestro metabolismo y actividad nos hace perder agua por la orina y el sudor principalmente”, explica el Dr. Arrarte. Por lo que es muy importante reponerlo varias veces durante el día.
Alerta: con estos síntomas, nos podríamos estar deshidratando
Aunque el primer aviso de que nos estamos deshidratando es la sensación de sed, “en entornos de mucho calor y exposición no controlada puede acompañarse de mareo, aletargamiento, cefalea, visión borrosa e incluso la pérdida de conocimiento”, señala el especialista. La boca seca o pegajosa, la piel seca y fría y los calambres musculares también pueden ser síntomas de que nos estamos deshidratando. En este sentido, el Dr. Arrarte advierte que los grupos de la población con mayor riesgo de deshidratación “son los niños, ancianos y pacientes con problemas cardiovasculares y personas con enfermedades crónicas”.
Cómo asegurar una buena hidratación
Como nos indica el especialista en riesgo vascular, la cantidad de líquido recomendada para estar bien hidratado “depende de la actividad y el calor del entorno. También un entorno húmedo puede aumentar enormemente las pérdidas por sudor. En general, se recomienda ingerir entre un litro y medio y dos litros de agua al día. Pero debe aumentarse ante el calor, la presencia de sed, etc.” Además de aumentar el consumo de frutas, especialmente las jugosas, la FEC recomienda tener la precaución de realizar ejercicio y actividades fuera de la exposición directa al sol o, al menos, el menor tiempo posible y, por supuesto, tomar medidas de protección del sol.
Además, es importante no permanecer largo tiempo en el exterior de pie y resguardarse del calor ante la mínima presencia de síntomas de deshidratación. Y aunque pueda parecer obvio, tal vez sea el mejor consejo: “una botella de agua siempre cerca puede ser la mejor medicina ante el fuerte calor”, concluye el Dr. Arrarte.