Escándalo UNESCO: destituyen al subdirector de Comunicación e Información por acoso

Frank La Rue, subdirector de Comunicación e Información destituido por la UNESCO
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El subdirector general de Comunicación e Información de la UNESCO, el guatemalteco Frank La Rue, ha sido destituido de su puesto por las acusaciones de acoso sexual que pesan sobre él. La Rue, suspendido en un primero momento a la espera de los resultados de una investigación interna, ha sido cesado finalmente de su cargo.

El subdirector general de Comunicación e Información, de 65 años, fue apartado de su puesto dos días antes de jubilarse, cuando se le acababa el contrato con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

La máxima responsable de la organización, la francesa Audrey Azoulay, ha expresado que en la UNESCO se aplica una política de “tolerancia cero” ante estos casos, y tras dos meses dirigiendo el organismo de la ONU ha decidido destituir a La Rue antes de que las conclusiones de la investigación interna se hagan públicas.

Fue la trabajadora afectada de la organización la que interpuso la denuncia contra La Rue el pasado mes de noviembre. La Rue, según algunos medios, intentó besarla de manera forzosa. El diario francés 20 Minutes asegura incluso que el directivo destituido ha reconocido los hechos y pedido perdón a la víctima.

Esta oleada de escándalos en las organizaciones con una (lógica) reputación impoluta, por dedicarse a labores, o bien humanitarias o bien culturales, ha hecho que muchas persona se pregunten qué está pasando entre las instituciones sin ánimo de lucro. Parece que todo haya sucedido a la vez en las últimas semanas, sin embargo, se antoja complicado que los escándalos hayan pasado al mismo tiempo.

Lo que sí ha sucedido es que, a raíz del escándalo de Oxfam, el paradigma ha cambiado. La sociedad demanda saber lo que sucede en el seno de las ONG, y periodistas y organizaciones han decidido abrir la caja de pandora y airear sus vergüenzas, resultando demoledor descubrir que estas instituciones no están exentas de sufrir escándalos de este tipo. Si bien, la comunicación de estos casos por parte de las organizaciones ha sido hasta la fecha más bien nula. Durante años, la divulgación de la magnífica labor de organizaciones y fundaciones ha establecido en el imaginario colectivo una merecida buena imagen, acorde a la actuación de las instituciones. Pero también un halo de incorruptibilidad falso y, como ha quedado demostrado al calor de los últimos acontecimientos, perjudicial a largo plazo.

Ahora, tras lo sucedido con la ONG británica y el cambio en el paradigma comunicacional, las ONG y fundaciones como la UNESCO empezarán a informar sobre estos delicados asuntos, como deberían haber hecho en el pasado. Algo que, si se hubiese comunicado desde hace tiempo, quizás no hubiera tenido un impacto tan grande en la sociedad, como sugieren recientes estudios de marca: la sociedad tolera las equivocaciones, pero no las mentiras. Y si bien, ocultar la información no es una mentira explícita, que organizaciones a las que se les presupone un comportamiento ejemplar oculten información de este tipo, duele de la misma manera entre la sociedad.

Sin embargo, el tercer sector tiene la oportunidad de recuperar la confianza de la gente. No por convertirse en organizaciones santificadas en los que estos problemas, por desgracia presentes en la sociedad, no afectan a unas organizaciones que forman parte de ella, sino por la respuesta que el sector dé ante estos deleznables casos.

Seguiremos informando…

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