A un mes para las elecciones gallegas y vascas, el PP se encuentra en su enésimo episodio de nerviosismo. Nada excepcional si tenemos en cuenta que son dos citas fundamentales para la formación. Sin embargo, los de Génova se malician que Feijoo pueda revalidar su mayoría y que Iturgaiz tenga un pobre resultado, lo que ya está provocando episodios de tensión superlativa que hacen fluctuar aún más los bandazos del PP en su estrategia política.
Lo de Casado es un ir y venir en función de lo que hagan “los otros”. Sus sonados volantazos no son más que la consecuencia de una falta de liderazgo que mantienen en vilo a cuadros, votantes y simpatizantes. Que Vox asoma la cabeza con iniciativas que les comen el terreno por la derecha, Casado gira a la derecha; que Ciudadanos les roba la cartera en los pactos, Casado se modera; que las encuestas no le pasan apenas factura al gobierno de Sánchez e Iglesias, pisa el acelerador en el discurso de la catástrofe. Casado no se encuentra ni en el granero del sector empresarial y hasta la CEOE le ha eclipsado con la reunión del Ibex para proponer ideas y plantear iniciativas para la recuperación económica.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso le da más de un dolor de cabeza con su estrategia de visibilidad nacional a base de confrontar con el Gobierno y el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, empieza a ser visto como un ambicioso competidor con serias aspiraciones nacionales. Por si fuera poco, su portavoz, Cayetana Álvarez de Toledo capitaliza por sí misma la simpatía de los votantes más a la derecha. Así las cosas, Casado se encuentra en tierra de nadie, más obsesionado por controlar los efectos de la estrategia de los demás que por consolidar la suya propia.
“Inseguro e influenciable”, como le definen algunos miembros de la ejecutiva, “espera que un Gobierno del PP le caiga del cielo y no entiende que el partido no dé el salto en las encuestas, y no sólo las de Tezanos, después de todo lo que ha pasado con la pandemia y el estado de alarma”, afirman. “Es muy difícil hacer algo sin tener una hoja de ruta clara. No sabemos si guiarnos por lo que dice Cayetana, si las iniciativas de Ayuso son propias o marcadas por el partido, si tenemos que sumarnos al discurso moderado del alcalde, o defender las políticas de Feijoo o Juanma (Moreno Bonilla). Vamos como veletas y ni tenemos directrices, ni una política de comunicación que nos emocione y refleje el esfuerzo que hacemos en nuestros territorios”. Para ilustrar el lamento, algunos cargos hacen referencia a las políticas que aplican en las Comunidades que gobiernan. “No salimos en ningún sitio, ni en Génova aprovechan nuestra gestión para contraponerla a la del Gobierno, pero es que tampoco el PP nacional aparece en ningún sitio, salvo las comparecencias del presidente en el Congreso. Es decepcionante. Queremos vernos reconocidos porque nuestra gestión es mucho mejor y somos un gran partido”. En este sentido, critican la “ridícula” POLÍTICA DE COMUNICACIÓN, con fotos sobreactuadas de Casado como la del espejo en el cuarto de baño, o aquella en la que parecía que hablaba a las ovejas y alaban el talento de dos factótums de la comunicación del PP como son Miguel Ángel Rodríguez, director de Gabinete de Ayuso o Alfredo Timermans, de Cayetana Álvarez de Toledo.
Ambos, criados en la factoría del aznarismo, como Casado, han sabido explotar el perfil combativo de ambas políticas, ocupando los espacios informativos donde Casado brilla por su ausencia. Secuestrado por esa inseguridad que le achacan los suyos, tampoco su equipo de comunicación es capaz de diseñarle una seña de identidad propia, más allá de mensajes oficialistas y antiguos en redes sociales, que lejos de provocar simpatía, generan en muchos casos el rechazo de aquellos que quieren votar al PP pero no encuentran ni el motivo ni la emocionalidad para hacerlo.
Ahora, tocará criticar el último CIS de Tezanos y probablemente Casado tenga razón en hacerlo. Pero, como dicen en Génova. “A ver si se resetea…..”
Seguiremos Comunicando…