EL IMPACTO DE LA REPUTACIÓN DE LOS LÍDERES POLÍTICOS EN LA INTENCIÓN DE VOTO

Tener una buena reputación y, además, confianza en el partido, aumenta la probabilidad de voto en un 54,8%

JOSÉ LUIS MARTÍNEZ-ALMEIDA, ES EL LÍDER LOCAL CON LA REPUTACIÓN MÁS ALTA  Y ADA COLAU, TENDRÍA LA REPUTACIÓN MÁS BAJA

Thinking Heads ha presentado el primer informe sobre reputación de líderes políticos: Th1 Trends. El impacto de la reputación de los líderes políticos en la intención de voto. Tras la presentación, líderes y analistas políticos han ofrecido su visión de los principales resultados del estudio.

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Si una persona opina que el líder tiene buena reputación y además confía en el partido, la probabilidad de que vote por el partido es del 54,8%. La buena reputación genera un círculo virtuoso: si el líder está bien considerado, estimula la confianza en el partido y si el partido genera confianza, el líder tiene votos. Si no se cuida esta relación, se puede entrar en el círculo vicioso de la mala reputación. 

Romero-Abreu, cerraba su intervención con tres de las principales conclusiones del estudio: “Primero: nuestros líderes necesitan trabajar más en diferentes aspectos clave para que su credibilidad y su reputación mejoren, segundo: la ideología lógicamente afecta a la opinión de nuestros principales líderes, pero no lo es todo en cuestión de elegir el voto y tercero, hay mucho por mejorar en la manera en que se está trabajando y transmitiendo en la gestión de la pandemia, sobre todo a nivel nacional”.

La presentación del informe ha dado paso a una mesa redonda de reflexión de resultados que ha contado con la participación de Verónica Fumanal, presidenta de la Asociación de Comunicación Política, Fernando Vallespín, expresidente del CIS, Borja Semper, exportavoz del Partido Popular en el Parlamento Vasco y Carmen Martínez Castro, exsecretaria de Estado de Comunicación, y ha sido moderada por Edelmira Barreira, directora de Consultoría de Thinking Heads.

Los resultados del estudio sitúan en la cola a los responsables de partidos en los extremos del espectro político: Pablo Iglesias, con 33,1 puntos y Santiago Abascal, con 33,7. Mientras que los líderes más valorados, que se acercan a la buena reputación, son los presidentes autonómicos Ángel Víctor Torres, de Canarias; Francisco Javier Lambán, de Aragón; Adrián Barbón, de Asturias, y Alberto Núñez Feijoo; de Galicia, por ese orden. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, es el líder local con la reputación más alta, 55,3 puntos, y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, tendría la reputación más baja en este grupo, con 40,9 puntos. 

En cuanto a la gestión de la pandemia, lostres primeros nombres se corresponden con presidentes autonómicos: el presidente canario Ángel Víctor Torres es el mejor valorado y supera la barrera de la buena reputación con 60,3 puntos. En segundo y tercer lugar nos encontramos con los presidentes de Asturias y Aragón. El peor valorado es Pablo Iglesias, seguido de Santiago Abascal.

Teniendo en cuenta que ninguno de los veintiocho políticos valorados en el informe se acerca a la medida que sería considerada una buena reputación, la moderadora ha querido conocer las razones por las que la política está fallando en estos momentos tan importantes. Fumanal cree que hay liderazgos políticos que en este país han caído mucho en muy poco tiempo por falta de coherencia en lo personal: “Cuanto más críticos y libres seamos, más capacidad de exigir coherencia tendremos”, ha defendido.

En opinión de Sémper, el respeto es un escalón previo al voto y Solo Obama podía hacer las cosas que hacía. Si quieres imitar a Obama, no vas a ser auténtico”. Para la exsecretaria de Estado de comunicación, Carmen Martínez, la política local y autonómica no tiene el grado de polarización brutal que tiene la política nacional. “Los líderes nacionales están mucho más castigados” y ha añadido: “Los países que mejor han gestionado la pandemia han sido los orientales, entre otras razones porque confían en sus gobiernos”.

El expresidente del CIS, Vallespín piensa que los políticos no tienen reputación porque se encargan de destruir la reputación del adversario, y al hacerlo lo que terminan destruyendo es la reputación de la política. Para Vallespín: “La transición política española no hubiera sido posible con las redes sociales”.

Seguiremos Comunicando…

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