Javier Ayuso se encuentra en una situación pintoresca. El hombre que contribuyó a poner negro sobre blanco la realidad del ‘modus operandi’ de Pepe Villarejo, ahora, tiene que ver cómo es situado en el lado de aquellos que contrataron los peculiares servicios del policía. El señalamiento efectuado por el director de seguridad del BBVA, Julio Corrochano, indicando que Ayuso estaba al corriente de los informes contratados a Cenyt, la empresa del comisario, cambia todo el tablero.
Hasta el momento, Ayuso era poco menos que el “justiciero”, que había sacado a la luz lo que era un secreto a voces en el Madrid político, periodístico y empresarial. Y es que en todos ellos Villarejo se había movido como pez en el agua, independientemente del color de la administración de turno. Durante décadas, Villarejo había nutrido de informes a altos empresarios, dirigentes políticos y redacciones de distinto color y signo, mientras mantenía una pata en el servicio público y otra en sus lucrativos negocios privados.
La cuestión, ahora, pasa por saber hasta qué punto Ayuso no ejerció, hasta cierto punto, de su propio Villarejo. El excomisario siempre ha considerado que el dircom de la Casa Real, a través de sus reportajes en ‘El País’, fue instrumento de una ‘vendetta’ del CNI, con el que nunca tuvo ‘feeling’. En concreto, de su antiguo director, el general Félix Sanz Roldán, que se implicó personalmente en operaciones como la relacionada con Corinna Larsen.
Si la declaración de Corrochano se confirma, Ayuso tendría un problema. Y no sólo él, sino todos aquellos que han acogido al exdircom del BBVA y la Casa Real tras su salida de La Zarzuela. De momento, es llamativo el silencio de IE University sobre su asesor ejecutivo de Comunicación y Contenidos. O el de Estudio de Comunicación sobre su ‘senior advisor’.
Y es que las puertas giratorias no se dan sólo en la política, ¿verdad Giró?
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