Si bien la población que accedió a Internet ha aumentado un 1,6% en zonas rurales en el último año, la brecha digital y generacional se ha hecho más evidente en un periodo de restricciones a la movilidad y necesario uso de esta herramienta para mantener la vida y los negocios. Así lo señala el informe ‘Cómo la España Vaciada llena su tiempo en internet’ elaborado por Eurona en colaboración con la consultora Kantar y presentado este 10 de noviembre por Francesc Boya, secretario general para el Reto Demográfico y Fernando Ojeda, CEO de la compañía.
Este informe surge de la necesidad de analizar y conocer por primera vez y de manera rigurosa cómo es el consumo de Internet en los entornos rurales, qué patrones se siguen en esos municipios de menos de 5.000 habitantes que, a menudo, padecen los problemas asociados a la escasez de oportunidades como la falta de infraestructuras de telecomunicaciones que conlleva una ineficiente velocidad o calidad de la conexión.
Para su elaboración, Eurona ha extraído los últimos datos disponibles en el mercado recabados por la AIMC, la Asociación de Investigación de los Medios de Comunicación. La población total (online y offline), así como la población rural mayor de 14 años ha estado representada a través de una amplia muestra de más de 10.000 individuos con el cruce de soportes y medios para obtener solidez estadística. Específicamente, se ha analizado el hábitat rural (menos de 5.000 habitantes) durante los años 2019 y 2020 en distintos tramos de edad: 14-25 años, 26-59 años, y más de 60 años.
Los datos más relevantes
De acuerdo a este informe pionero sobre el consumo de Internet en la España rural, casi la cuarta parte (un 21,7%) de los habitantes de los municipios de menos de 5.000 habitantes todavía no tenía acceso a Internet cuando les sorprendió la pandemia. Así, mientras la fibra óptica es la tecnología más utilizada (66%) por el conjunto de la población para acceder a Internet, lo cierto es que solo un 33% de la población rural tiene acceso a ella.
Igualmente, los habitantes del medio rural se conectan un 10% menos a Internet al día que la media española, acceden un 38% menos a redes sociales como LinkedIn y solo 1 de cada 2 aseguró haber comprado por Internet durante el año. Además, el 35,5% de la población rural no consume nunca vídeos online, -un porcentaje superior a las personas que sí lo hacen-.
Asimismo, es reseñable que, aunque el precio es el factor determinante que lleva a elegir uno u otro operador de telecomunicaciones entre los habitantes de los pueblos y las ciudades, destaca la importancia que la población rural da a la velocidad de la conexión, el segundo aspecto más importante para ellos y uno de sus quebraderos de cabeza a día de hoy.
Estos datos evidencian cómo la escasez de infraestructuras de telecomunicaciones provoca en las zonas rurales una brecha visible que lleva a sus habitantes a ir un paso por detrás del total de la población en las principales tendencias de consumo de Internet.
Los jóvenes del mundo rural se suben a las tendencias
Esta conclusión se refleja también en el estudio que Eurona y KANTAR hacen de los patrones de consumo de Internet que se siguieron durante la pandemia, un periodo en el que además se percibe cómo son las generaciones más jóvenes las que se suben a las tendencias marcadas por la población en su conjunto, mientras se detecta una brecha entre los grupos de edad más avanzada de las zonas rurales.
Así, el 91% de la población de entre 14 y 25 años tenía Internet en casa, mientras solo en 59,5% de los mayores de 60 disponían de conexión. Además, el 97% de los más jóvenes accedió de manera diaria frente a un 38,6% de las personas mayores que lo hicieron. Lo mismo ocurre en el consumo de redes sociales: solo el 32,7% de los mayores de 60 las consulta en el mundo rural, frente al 95% de los jóvenes que sí lo hace.
El consumo de Internet en pandemia
Más allá de la brecha digital y generacional evidente, también son llamativos otros datos que marcan el consumo de Internet durante el periodo de crisis sanitaria como el incremento de la frecuencia en las compras online -las semanales se dispararon un 155%-, así como la compra de productos del hogar, comida a domicilio, videojuegos y electrodomésticos, que crecieron entre un 50 y un 80%.
Además, se incrementó el uso de las aplicaciones destinadas a las comunicaciones en un momento donde las relaciones sociales estaban restringidas. En pandemia subió un 138% el uso de Hangouts, muy dedicado a las relaciones profesionales; un 74,8% el uso de Telegram, un 65,2% el uso de Skype; o un 3,72% el uso de Whatsapp.
También se disparó un 80,3% el uso de aplicaciones para realizar videollamadas, las gestiones y trámites administrativos online (37,6%), la descarga de ebooks (22%) y programas informáticos (40,3%) o el uso de Twitter para leer y escribir comentarios (27,9%). Por su parte, la población rural que vio vídeos online de manera diaria se incrementó también un 26,5%.
Por contra, se apreció un descenso -por el ‘parón’ o la ralentización de movimientos que trajo consigo la pandemia- en actividades como la consulta de tráfico (-28,5%) de mapas y rutas (-18,7%), el acceso a información sobre eventos culturales (-21,5%), la búsqueda de información de restaurantes y comercios de la zona (-15,6%) o el acceso a comparadores de precios (-11,7%).
De los datos analizados, este informe concluye que Internet, más aún en una situación de crisis sanitaria que nos ha obligado a pasar más tiempo en casa, se ha convertido en un bien de primera necesidad y una fuente de oportunidades en zonas más y menos pobladas, al ser una tecnología que ha llegado para facilitarnos la vida, para ayudarnos en el día a día y cuya implementación debe ser obligatoria independientemente de su rentabilidad.
“Solo tomando el pulso a los habitantes de las zonas rurales, conociendo su comportamiento, sus rutinas, sus dinámicas y sus requerimientos habituales a partir de datos reales, podremos ofrecerles las mejores soluciones como las que trae de la mano la tecnología satélite. Y es que problemas tan acuciantes como la despoblación no solo obligan a las administraciones sino también al sector privado y a la sociedad a poner también de su parte. Así, este informe busca ser una ayuda, la carta sobre la mesa que Eurona pone en su campo de especialización para equilibrar la balanza de oportunidades entre el mundo rural y el mundo urbano”, señala Fernando Ojeda.
Seguiremos comunicando…