Así lo confirma el investigador y científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Balbino Alarcón, quien afirma que “debemos conocer nuestro grado de inmunidad para facilitar la mejor protección en cada paciente y saber si la tercera dosis resulta efectiva en todos los casos”. Según recalca “administrar la tercera dosis de la vacuna frente al COVID-19 podría debilitar el sistema inmune frente a nuevas variantes en pacientes que ya tengan inmunidad por esta enfermedad. Esto se explica porque los anticuerpos generados pueden reconocer más fácilmente a la cepa de la vacuna, pero peor a las nuevas variantes que vayan apareciendo”.
En este sentido, la forma más efectiva de conocer si se está protegido frente a una infección por COVID-19 es mediante un test serológico que mida los niveles de anticuerpos en sangre frente al virus y su evolución a lo largo del tiempo. En España está disponible, gracias a Recovid Solutions, perteneciente a Vitro S.A., un test desarrollado por un equipo liderado por el CSIC, que es el único basado en la proteína “spike” del SARS-CoV-2 de forma completa y que logra una efectividad del 99%. Se trata del único test del mercado que determina simultáneamente tres tipos de anticuerpos, se puede realizar de forma sencilla en: https://recovidsolutions.com/.
“El test está basado en la técnica de laboratorio de Citometría de Flujo, que es mucho más sensible que otras técnicas serológicas convencionales, y al basarse en la proteína completa, el test logra una fiabilidad superior al 99% y superior al resto de test existentes en el mercado”, asegura el investigador y científico del CSIC, Balbino Alarcón.
Este test – puesto en rutina de diagnóstico clínico por los técnicos y especialistas de la empresa Vitro- permite medir la respuesta inmune tras haber sufrido la enfermedad de COVID-19 y/o tras la vacunación y siendo el único test que analiza simultáneamente tres anticuerpos neutralizantes frente al covid-19: las inmunoglobinas IgG1, IgA e IgM. “Además, se puede realizar de forma sencilla en el domicilio mediante la punción de un dedo. Con las gotas de sangre obtenidas, la muestra se envía a analizar al laboratorio y los resultados pueden estar en solo 24 horas”, explica Balbino Alarcón.
Anticuerpos e inmunidad
Las gráficas de incidencia y muerte por COVID-19 en el mundo, y en España en particular, muestran una disminución muy importante del número de casos y, sobre todo, de casos graves en la última oleada del virus, comparada con las oleadas anteriores. “Ello se debe a que la mayor parte de la población tiene ya inmunidad adquirida al virus, bien por vacunación, bien porque ya pasaron la infección”, explica el investigador.
“Si una persona tiene anticuerpos (inmunidad humoral) indica que posiblemente tenga también una respuesta T contra el virus (inmunidad celular)”, lo cual es buen indicación de inmunidad”, comenta. Así, una persona inmune al virus tras la vacunación o tras haber pasado la infección tiene una capacidad de resistencia adquirida contra nuevas infecciones.
Los anticuerpos actúan evitando la propagación del virus dentro del organismo mediante varios mecanismos. Uno de ellos es activando la respuesta de células del sistema inmunitario contra las células infectadas por el virus; al destruir a las células infectadas se impide que estas generen más copias del virus y se infecten nuevas células. Otro mecanismo de acción de los anticuerpos es previniendo la entrada inicial del virus en las primeras células; los anticuerpos neutralizantes se unen a las partículas libres del virus y se fijan a ellas impidiendo que estas se unan a la superficie de las células y entren en ellas, digamos que los anticuerpos neutralizantes actuarían antes que aquellos que producen la muerte de las células infectadas.
La importancia de la vacunación
En este sentido, resulta clave la importancia de la vacunación. Sin embargo, la emergencia ante las nuevas variantes hace necesaria la llegada de nuevas vacunas, ya que la variante contra la que se han diseñado las vacunas es la original que empezó a circular en Europa y Norteamérica a principios del 2020. “Idealmente, las nuevas vacunas deberían contener la secuencia de las variantes predominantes en el momento de la administración, sin embargo, las variantes del virus van emergiendo mucho antes de que se puedan implementar vacunas frente a ellas. Ahora, en España, es la variante Delta la predominante en los nuevos infectados, pero hace unos meses era la variante Alpha o británica”, incide Balbino Alarcón.
La eficiencia es uno los puntos principales a tener en cuenta a la hora de investigar nuevas vacunas. Por ella se entiende la capacidad de protección contra los síntomas más severos de la infección. Así, un 70% de eficacia quiere decir que de cada 100 individuos vacunados, 70 quedan protegidos contra esos síntomas graves; pero el resto puede tener una infección grave con la misma probabilidad que la población no vacunada, dependiendo de su sistema inmune.
En España, a pesar del incremento significativo tanto de la incidencia de COVID-19 como del número de fallecimientos por este virus en los últimos días, la incidencia en general, por número de infectados por cada 100.000 habitantes, “es baja y las infecciones graves, resultando incluso en muerte, se han reducido todavía más. Nuestro país ha sido ejemplar en la aceptación de las vacunas y eso posiblemente ha hecho que ahora estemos en una situación privilegiada”, indica el investigador.
A pesar de ello, reconoce que “no hay que bajar la guardia porque surgen nuevas variantes del virus que, de alguna forma, no son totalmente neutralizadas por la respuesta inmunitaria producida tras la vacunación. Ello se debe a que, aunque las vacunas actuales son muy eficaces para producir inmunidad suficiente para reducir el número de infecciones graves, la inmunidad que producen no es esterilizante, es decir, no ofrecen inmunidad de por vida ni previenen completamente el contagio, como la vacuna de la polio, por ejemplo”, expone Balbino Alarcón.
La diferencia en este sentido se encuentra en el comportamiento del virus del COVID-19, con evolución hacia nuevas variantes. Por ello, es conveniente un seguimiento de la evolución de la respuesta inmunitaria de la población no sólo contra la cepa de Wuhan sino también contra las variantes posteriores y las que vayan emergiendo.
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