Prisa ha conseguido ganar tiempo después de llevar a cabo la ampliación de capital -por 130 millones de euros- en forma de bonos convertibles que han acabado comprando, en su mayor parte, los propios accionistas mayoritarios de la compañía. Como ya se conoce, estos bonos se convertirán en acciones de la compañía en un plazo de cinco años.
Una maniobra con un doble rasero para los accionistas que si no acudían a la emisión verían como sus acciones perderían parte de su valor. Por lo tanto, perderían también parte de su relevancia, tras la ampliación de capital.
Por otro lado, responder a esta operación con la compra de estos bonos les ha supuesto una pérdida en su inversión, ya que el bono se ha desplomado durante sus primeros días de cotización por encima del 15%.
Prisa alardea de estrategia
Y mientras todo esto ocurre, Pilar Gil, directora financiera de Prisa, ha sacado pecho de la hoja de ruta de la compañía para solventar sus problemas financieros. Lo ha hecho refugiándose en uno de los diarios económicos de la casa, Cinco Días.
Desde allí, se ha mostrado satisfecha con la operación ya que, gracias a ella, podrán “reducir el apalancamiento y ejecutar la hoja de ruta con el plan estratégico 2022-2025”. Gil ha confesado que esta ampliación de capital no será suficiente para liquidar la totalidad de su deuda junior -de 190 millones de euros- pero sí para liquidar los gastos asociados a esta transacción.
De cara al futuro, Pilar Gil ha asegurado que Prisa tendrá que seguir estudiando nuevas medidas que sigan reduciendo la deuda y “hacer más eficiente la estructura actual”. Una deuda que, a la espera de lo que vieran los resultados correspondientes a 2022 que conoceremos en los próximos días, alcanza los 915 millones de euros.
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