Al inicio de sus apariciones públicas, el multimillonario Elon Musk, aunque siempre ha sido conocido por su sinceridad, guardaba o al menos intentaba guardar silencio sobre sus opiniones políticas, una realidad que a día de hoy es bien distinta. Desde 2022 no solo ha usado X para mostrar su apoyo a diferentes grupos políticos, sino que ha dejado ver la financiación a algunos candidatos de EEUU vinculados directamente a Trump.
En concreto, este 2024, año de elecciones en EEUU, Musk ha decidido “ir con todas” destinando publicamente importantes recursos y grandes cantidades de su enorme fortuna para convertir a Donald Trump en el nuevo presidente de los Estados Unidos. Una batalla que ha pasado de lo que podría entenderse como estrategia empresarial, ha convertirse en algo personal, tras cruzar más de un límite.
Así, tras la publicación de gigantescos bulos sobre Harris para hacer dudar a sus votantes y después de ofrecer un millón de euros, como recompensa, a aquellos que firmen la petición de su supercomité de acción política en apoyo de la Constitución, los ciudadanos cada vez tienen más claro que el apoyo público de Elon Musk a Donald Trump tiene unos intereses muy claros.
Inicialmente, Musk tuvo fricciones con la administración de Joe Biden, particularmente por ser excluido de eventos clave relacionados con vehículos eléctricos, a pesar de que Tesla es líder en ese sector. Esto, junto con las diferencias en temas como la regulación y su descontento con el enfoque demócrata hacia la innovación y la libertad de expresión, ha aumentado su distanciamiento cada vez mayor con el partido demócrata.
Una estrategia que, según fuentes cercanas al multimillonario, se ha convertido en “obsesión”
A principios de octubre, Musk compareció en un mitin de Trump en Butler, Pensilvania — el estado llave más importante de estos comicios —, donde le dijo al público: “Esta es una elección que hay que ganar”, porque, según él, los Demócratas “buscan acabar con su libertad de expresión, buscan acabar con su derecho a portar armas, buscan acabar con su derecho a votar”.
Tal fue su implicación que Musk pidió a los asistentes que agarrasen a todos sus conocidos, y a quienes no lo fuesen, y les arrastrasen a que se registrasen para votar. “Si no lo hacen, estas serán las últimas elecciones. Esa es mi predicción”, aseguró. Además, de tener claro, que sus acciones le pueden hacer un flaco favor a su imagen y la de su compañía. En una entrevista con Tucker Carlson, el empresario preguntó, medio en broma: “¿Cómo de larga crees que será mi sentencia de cárcel si Trump pierde?”.
Y es que, según un artículo publicado el mes pasado por el New York Times basado en 17 fuentes cercanas a Musk y sus operaciones, este se refiere de forma “obsesiva, casi maníaca, acerca de lo que está en juego en estas elecciones y la necesidad de que Trump gane”. Para él, se trata de una encrucijada existencial, y está actuando en modo crisis, igual que cuando una de sus empresas se enfrenta a un problema catastrófico:
“Está trabajando hasta altas horas de la noche, microgestionando múltiples iniciativas, encerrado en un cuartel general en Pittsburgh, la capital de Pensilvania, decidiendo junto a un equipo de abogados y expertos qué nuevas iniciativas se pueden adoptar para asegurar la victoria del republicano” afirman fuentes muy cercanas al multimillonario.
En definitiva, aunque estratégicamente hay acciones pensadas razonablemente a nivel comunicativo, como enfocar su apoyo en estados clave como Pensilvania, donde ha estado involucrado en iniciativas para aumentar el registro de votantes. La realidad es que, en el momento que sus iniciativas incluyen incentivos financieros para motivar a la gente a registrarse a votar o para apoyar alguna acción concreta de Trump, su campaña electoral pasa a estar más cerca del “chantaje” que de la comunicación.
En palabras del citado artículo en el New York Times, “el hombre más rico del mundo se ha implicado en las elecciones estadounidenses de una forma sin paralelo en la historia moderna”. Y las consecuencias “están aún en el aire”.
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