La larga noche del largo día de las elecciones presidenciales en Estados Unidos del 5 de noviembre de 2024, tuvo su epicentro popular en el perímetro de la Casa Blanca. A pesar de las fuertes medidas de seguridad, al caer la noche, cientos de personas comenzaron a concentrarse en la plaza Lafayette y las calles de alrededor. Simpatizantes del candidato republicano Donald Trump y de la demócrata Kamala Harris, también detractores de ambos, activistas a favor de Palestina, evangélicos, fanáticos y curiosos, buscaban posicionar su mensaje ante el medio centenar de periodistas apostados en la zona, acordonada por coches de policía, mientras todos esperaban los resultados.
En general, el martes electoral fue tranquilo, a pesar de que en algunos centros de Arizona, Georgia y Pensilvania se reportaron amenazas de bomba, sin apenas incidencia en el proceso por falta de credibilidad, salvo la ampliación del horario de votación. Pero en particular, fue prolongado, en virtud de los seis usos horarios que tiene el país, lo que hizo que mientras los estados del este ya contabilizaban resultados, los del oeste apenas estaban cerrando sus mesas, rayando ya el miércoles.
La noche se alarga, aun más si cabe, porque a las 3 de la madrugada del 6 de noviembre en Washington D.C. (9 de la mañana hora España) los resultados oficiales siguen sin llegar, aunque el mapa de los Estados Unidos se tiñe de rojo. Trump (51,2%) aventaja a Harris (47,4%). Las cifras apuntan a que la candidata demócrata tiene 224 votos electorales y el candidato republicano alcanza los 267, a tres de los ansiados 270 que se necesitan para ganar la presidencia.
Según las últimas proyecciones de CNN, las opciones de Kamala Harris hacia la victoria se reducen cada minuto, mientras Trump gana en varios estados clave como Carolina del Norte, Georgia y, sobre todo, Pensilvania. La noche ha dado tanto de sí, que al candidato republicano le ha dado tiempo de pronunciar un discurso ante un grupo de partidarios en West Palm Beach, Florida, donde espera la llegada del resultado oficial.
Las denuncias de fraude
La ausencia de problemas en la jornada electoral no impidió que Trump lanzara algunas denuncias de fraude o interferencia electoral durante el período de votación anticipada. Lo más destacado de la jornada que hizo el candidato republicano fue sugerir que no desafiaría los resultados de las elecciones, siempre cuando fuesen justos. “Si es una elección justa, yo sería el primero en reconocer” los resultados, dijo. Pero en sus redes sociales, además, aseguró que se “hablaba de un fraude masivo en Filadelfia” y que las autoridades estaban en camino.
El desmentido oficial
La jornada electoral dio para desmentir las acusaciones de Trump. El fiscal de distrito de Filadelfia, Larry Krasner, rechazó oficialmente las afirmaciones de Trump por considerarlas infundadas. “No existe ninguna base fáctica en las fuerzas del orden que respalde esta acusación descabellada”, dijo. “Si Donald Trump tiene algún dato que respalde sus acusaciones descabelladas, lo queremos ahora. Ahora mismo. No vamos a contener la respiración”, agregó. Además, el oficial Miguel Torres, del Departamento de Policía de Filadelfia, dijo que no estaba al tanto de ninguna movilización especial de las fuerzas del orden ni de “ningún tipo de incidente” que la requiriera.
El llamado a la movilización
Lo actuación más destacada de la candidata demócrata, Kamala Harris, durante la jornada electoral fue su llamado a la movilización. En una visita a un centro de llamadas organizado por el Comité Nacional Demócrata, agradeció a los voluntarios su esfuerzo en promover la participación electoral, y se unió a la actividad haciendo ella misma algunas llamadas. “¿Ya votaste?”, le preguntó a un ciudadano que atendió el teléfono, a los que este le respondió afirmativamente. “¿Lo hiciste? Gracias”, finalizó ella.
Los activistas
Además de personas -disfrazadas o no- con pancartas a favor y en contra de Trump y Kamala, y evangélicos que cantaban con una cruz iluminada a cuestas, pasó la noche del 5 de noviembre a las afueras de la Casa Blanca un grupo de activistas exigiendo el fin de la guerra de Israel sobre Gaza. “Dejad de armar a Israel con mis impuestos”, rezaban algunas pancartas, mientras otras voces denunciaban que sus impuestos estaban siendo utilizados “para matar civiles inocentes”. Desde taxpayersforpeace.org explican que, en 2022, alrededor de 8,8 millones de dólares se destinaron a la economía del país, mientras que el 99,7% de la ayuda se destinó al ejército israelí. “Israel ha recibido más ayuda extranjera de Estados Unidos que cualquier otro país desde la Segunda Guerra Mundial”, se escuchaba entre gritos, música latina y discusiones de todos los bandos, en el país donde la libertad no tiene color, pero el mapa electoral, sí. Ahora es rojo.
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