Daniel Fernández Trejo, Director General de Deep Learning en LLYC, ha sido reconocido como Data Professional Of The Year en Europa (fuera de Reino Unido) en los 2025 EMEA IN2 SABRE Awards. El galardón respalda su trayectoria y el impulso que ha dado en los últimos años a la necesidad de que el mundo de la comunicación y el marketing tome decisiones basadas en datos. Se trata del segundo año consecutivo en el que un ingeniero de la firma logra un premio de PR, lo que refleja la aportación de LLYC al futuro de la profesión con perfiles novedosos.
En esta entrevista hablamos con él sobre el reto que supone incorporar perfiles técnicos como el suyo al mundo de la comunicación, los beneficios que ello conlleva, y sobre todo, reflexionamos sobre el nuevo rol que tienen la IA y el análisis de datos en las estrategias de comunicación de las empresas.
¿Qué significa para ti este reconocimiento como Data Professional of the Year?
Es un reconocimiento que trasciende lo individual. Para mí, representa el valor de una visión que tomamos hace seis años en LLYC: apostar por la inteligencia de datos y la inteligencia artificial como palancas estratégicas para transformar nuestra forma de trabajar y generar valor para nuestros clientes. Pero sobre todo, es un reconocimiento compartido con el equipo que lo ha hecho posible cada día, con talento, rigor y compromiso.
Este es el segundo año consecutivo que un ingeniero de LLYC gana un premio de PR. ¿Qué mensaje lanza esto al sector?
Lanza un mensaje claro: el perfil técnico ha dejado de estar en la periferia de las decisiones de comunicación. La inteligencia de datos, los modelos predictivos o la IA generativa no son solo herramientas, son parte del corazón de las estrategias más avanzadas. Y demuestra también que compañías como LLYC están sabiendo integrar esa dimensión tecnológica con creatividad y visión de negocio, algo imprescindible en un entorno tan complejo como el actual.
Tu carrera empezó en la ingeniería y hoy estás liderando la unidad de Deep Learning en LLYC. ¿Cómo ha sido ese viaje?
Ha sido un viaje de adaptación, aprendizaje y conexión de mundos. Vengo de una formación técnica, pero siempre he tenido una orientación al impacto, a cómo la tecnología puede resolver problemas reales. Lo apasionante ha sido llevar ese enfoque al ámbito de la comunicación, algo que hace años era impensable, y construir desde cero un equipo que hoy tiene más de 100 personas en tres continentes.
¿Qué obstáculos encontraste al principio al tratar de introducir un enfoque más técnico y basado en datos en un entorno tradicionalmente más creativo?
Al principio, el reto fue encontrar un lenguaje común. Veníamos de disciplinas distintas y teníamos formas distintas de abordar los proyectos. Pero en lugar de imponer una lógica técnica, lo que hicimos fue demostrar cómo la inteligencia de datos podía complementar, enriquecer y dar aún más potencia a las ideas creativas. El proceso fue evolutivo, basado en la colaboración, y hoy ese enfoque ya forma parte natural de cómo trabajamos.
¿Cómo crees que un perfil como el tuyo ha influido en la transformación de LLYC en los últimos años?
Creo que he ayudado a acelerar una evolución necesaria. Aportar una visión basada en datos, metodologías ágiles y modelos de inteligencia artificial nos ha permitido tomar mejores decisiones, anticiparnos y ofrecer a nuestros clientes soluciones con más precisión y más impacto. Pero también he aprendido a hablar el lenguaje del cliente, del negocio y de la comunicación, y eso ha sido clave para integrar todo ese conocimiento técnico en el día a día de la compañía.
¿Cuáles son los errores más comunes que cometen las marcas cuando intentan incorporar IA o data science en sus estrategias?
El error más común es pensar que basta con incorporar tecnología o fichar talento técnico. La clave no está en la herramienta, sino en cómo se conecta con la estrategia. Muchas veces se empieza por la solución en lugar de partir del problema de negocio. Lo fundamental es identificar casos de uso concretos que realmente generen valor, y que estén alineados con los objetivos de la organización. La inteligencia artificial no es magia: necesita dirección, propósito y una visión clara de para qué se quiere aplicar.
¿Cómo visualizas la comunicación corporativa dentro de cinco años con la IA y el análisis de datos cada vez más integrados? ¿Qué tipo de perfiles crees que van a ser imprescindibles en las agencias y en los departamentos de comunicación?
Más que imaginar un futuro lejano, creo que ya estamos viendo cómo la inteligencia artificial y la inteligencia de datos están cambiando la manera en que diseñamos estrategias, gestionamos reputación o medimos el impacto. La diferencia en los próximos años la marcarán los equipos capaces de combinar visión analítica con comprensión del contexto social y empresarial. Los perfiles híbridos —capaces de interpretar datos y convertirlos en decisiones, narrativas y recomendaciones accionables— serán imprescindibles. La tecnología seguirá avanzando, pero lo que realmente aportará valor será cómo la integramos con criterio y con propósito.
¿Crees que nos dirigimos hacia una comunicación más “matemática”? ¿Cómo evitar perder el toque humano y creativo?
Nos dirigimos hacia una comunicación más informada y más inteligente, pero eso no significa más fría o mecánica. Los datos no sustituyen la creatividad, la amplifican. Lo que tenemos que evitar es caer en la automatización sin sentido. El gran reto será encontrar el equilibrio: usar la inteligencia de datos para ser más relevantes, sin perder la empatía, el tono y la emoción que hacen que una marca conecte de verdad.
Seguiremos Comunicando…
