23 DE JUNIO – DÍA MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE

Cómo el deterioro ambiental afecta a nuestra salud

“LA SALUD DEL PLANETA Y LA SALUD DE LAS PERSONAS ESTÁN INTRÍNSECAMENTE CONECTADAS”

El deterioro ambiental impacta gravemente nuestra salud. Cuestiones como la contaminación del aire, que causa o empeora enfermedades respiratorias, cardiovasculares y hasta cáncer, y la amenaza del agua contaminada, pueden provocar diversas enfermedades gastrointestinales, neurológicas y renales.

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Mientras el mundo se enfrenta a una creciente crisis climática, los efectos del deterioro ambiental en nuestra salud están dejando de ser una preocupación lejana para convertirse en una dura realidad. Desde el aire que respiramos hasta el agua que bebemos, la degradación de nuestro planeta está cobrando un precio cada vez mayor en el bienestar humano.

La contaminación del aire, impulsada por las emisiones de vehículos, la industria y la quema de combustibles fósiles, es uno de los mayores contribuyentes a los problemas de salud. Las partículas finas, el ozono y otros contaminantes pueden penetrar profundamente en nuestros pulmones y torrente sanguíneo, causando o empeorando enfermedades respiratorias como el asma y la bronquitis crónica.

Pero sus efectos van más allá: estudios recientes han vinculado la exposición a la contaminación del aire con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares e incluso algunos tipos de cáncer. Los niños y los ancianos son particularmente vulnerables, experimentando tasas más altas de infecciones respiratorias y complicaciones.

El acceso a agua potable segura es un derecho humano básico, pero el deterioro ambiental amenaza cada vez más este recurso vital. La escorrentía agrícola, los vertidos industriales y la eliminación inadecuada de residuos pueden contaminar ríos, lagos y aguas subterráneas con productos químicos tóxicos, metales pesados y microorganismos patógenos.

El consumo de agua contaminada puede provocar una serie de enfermedades gastrointestinales, neurológicas y renales. En muchas partes del mundo, la escasez de agua, exacerbada por el cambio climático, también obliga a las comunidades a recurrir a fuentes insalubres, aumentando aún más el riesgo de enfermedades.

El aumento de las temperaturas globales no es solo una molestia; representa una seria amenaza para la salud. Las olas de calor extremas pueden provocar deshidratación, golpes de calor y exacerbar condiciones preexistentes, especialmente en personas mayores y aquellas con enfermedades cardíacas o respiratorias.

Además, el cambio climático está impulsando una mayor frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos como inundaciones, sequías e incendios forestales. Estos eventos no solo causan lesiones directas y pérdidas de vidas, sino que también tienen impactos a largo plazo en la salud mental, el desplazamiento de poblaciones y la interrupción de los servicios de salud.

La destrucción de ecosistemas y la pérdida de biodiversidad también tienen implicaciones para la salud humana. La alteración de los hábitats naturales puede acercar a las poblaciones humanas a animales portadores de enfermedades, aumentando el riesgo de enfermedades zoonóticas (aquellas que se transmiten de animales a humanos).

La pandemia de COVID-19 sirvió como un crudo recordatorio de esta compleja interconexión. Además, la desaparición de especies puede afectar la disponibilidad de alimentos y recursos medicinales.

“No podemos seguir ignorando esta realidad. La salud del planeta y la salud de las personas están intrínsecamente conectadas”, afirma la Dra. Elena Ramírez, experta en salud ambiental. “Invertir en la protección del medio ambiente no es solo una cuestión ecológica, es una inversión directa en la salud pública y el futuro de nuestras sociedades”.

Abordar los efectos del deterioro ambiental en la salud requiere un enfoque multifacético, incluyendo la reducción de emisiones, la inversión en energías renovables, la gestión sostenible del agua, la protección de los ecosistemas y la promoción de ciudades más verdes y saludables. La conciencia pública y la presión política son fundamentales para impulsar estos cambios necesarios. El costo de la inacción es simplemente demasiado alto.

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