A medida que la inteligencia artificial gana terreno en los entornos corporativos, muchas empresas están centrando sus esfuerzos en la adopción tecnológica sin prestar atención a un elemento esencial del proceso: la comunicación interna. La implantación de herramientas de IA, lejos de ser únicamente una cuestión técnica o de productividad, plantea desafíos estructurales que impactan directamente en la cultura de empresa, en la confianza de los equipos y en la percepción de la dirección.
Durante los últimos meses, multinacionales de sectores diferentes como el financiero o el energético han anunciado la integración de soluciones de IA generativa en sus procesos internos. Sin embargo, los planes de transformación digital suelen estar liderados por el área tecnológica o por la alta dirección, dejando a los departamentos de comunicación en un segundo plano, lo que provoca una comunicación desalineada o directamente ausente, causando incertidumbre entre los empleados.
Uno de los puntos críticos es la falta de claridad sobre el propósito de estas herramientas. ¿Para qué se implanta esta tecnología? ¿Cómo afectará al trabajo diario de los equipos? ¿Qué garantías ofrece la empresa frente a posibles desplazamientos de funciones? En muchas organizaciones, estas preguntas quedan sin responder, lo que deteriora el clima laboral y hace que los empleados no se sientan valorados.
Expertos en comunicación corporativa advierten que esta brecha informativa puede debilitar seriamente la legitimidad de los liderazgos empresariales. Cuando los empleados perciben que las decisiones se toman de espaldas a ellos, la desconfianza se multiplica, y en momentos de transformación, la confianza es el principal activo.
La comunicación interna debe ser un pilar clave del cambio organizacional, y no un departamento que se queda en segundo plano. Así, algunas compañías ya están empezando a reaccionar apostando por una comunicación interna proactiva, empática y transparente.
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