RSF denuncia el control de Internet en Cuba

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Reteros sin Fronteras publica un informe titulado ‘Intet en Cuba: una Red bajo vigilancia’, que da los resultados de las pruebas realizadas en la isla en agosto de 2006.

Reteros sin Fronteras publica un informe titulado ‘Intet en Cuba: una Red bajo vigilancia’, que da los resultados de las pruebas realizadas en la isla en agosto de 2006. El documento incluye un estudio de los procedientos de control del Red parte de las autoridades y el testonio de una periodista francesa que pasó varias semanas en el país.

 

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Con menos de dos internautas cada 100 habitantes, Cuba figura entre los países más retrasados en materia de Intet. Es, con mucho, el menos surtido de América Latina Costa Rica tiene 13 veces más y se sitúa al nivel de Uganda o Sri lanka. En una isla que presume de tener uno de los niveles de educación más altos del planeta, esto es algo que sorprende.

 

Las autoridades defienden ese catastrófico balance esgriendo el embargo norteamericano, que les pediría equiparse con el material necesario para el desarrollo de la Red. Explican que, al no poderse enganchar a Intet mundial a través de cables ópticos submarinos, se ven reducidas a utilizar conexiones satélites. Costosas y menos eficaces.

 

Este argumento puede, de hecho, explicar la lentitud del Intet cubano y las interminables filas de espera en los cibercafés. Pero no justifica en absoluto el sistema de control y vigilancia de la Red, creado las autoridades. En un país donde los medios de comunicación están bajo la bota del poder, naturalmente se ha convertido en una prioridad pedir la circulación de información independiente Intet.

 

La investigación llevada a cabo Reteros sin Fronteras revela que el gobierno cubano utiliza varias palancas para garantizar que ese medio de comunicación no se utilice de forma ‘contrarrevolucionaria’. Para empezar, prácticamente tiene prohibidas las conexiones privadas a la Red. Por tanto, para navegar o consultar sus emails, los cubanos tiene obligatoriamente que pasar puntos de acceso públicos (cibercafés, universidades, ‘Club joven de computatcion’, etc.), donde es más fácil vigilar su actividad.

 

Después, la policía cubana ha instalado, en todos los ordenadores de los cibercafés y de los grandes hoteles, programas que desencadenan un mensaje de alerta cuando encuentran palabrasclave ‘subversivas’. Por otra parte, el régen se asegura de que los opositores políticos y los periodistas independientes no accedan a Intet. Para éstos últos, comunicar con el extranjero es un auténtico calvario. Finalmente, el gobierno apuesta la autocensura.

 

En Cuba se puede condenar a veinte años de cárcel algunos artículos ‘contrarrevolucionarios’ publicados en sitios extranjeros, y a cinco años splemente conectarse al Net de manera ilegal. Pocos internautas se atreven a desafiar la censura del Estado, y correr ese riesgo

 

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