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Desde que Brasil volvió a ser una democracia en los años 80, la única certeza que los electores tenían era que a cada cuatro años Luiz Inácio Lula da Silva seria candidato a presidente. Así fue en las derrotas de 1989, 94 y 98, cuando Lula se presentó como la grande alternativa de izquierda para el país. Así ocurrió también en 2002 y 2006 cuando Lula reunió alrededor de su campaña algunos partidos de centro, empresarios nacionalistas y sectores de la clase media. Pero, en función de una restricción de la Constitución, Lula no podrá salir candidato otra una vez en 2010. Por prera vez en veinte años, el nombre de Lula no está en la célula electoral, abriendo una ventana de otunidades para sus adversarios y creando un desafío estupendo para las fuerzas gobernantes.

Todas las encuestas con vista a la elección de 2010 presentan el liderazgo del gobernador de San Pablo, José Serra, con indicadores en la marca de los 30%. Serra fue el  candidato a presidente derrotado Lula en 2002 y es el nombre principal de lo PSDB, el mayor partido de oposición. En según lugar, las encuestas presentan otro excandidato presidente, Ciro Gomes, derrotado en las elecciones de 1992 y 2002. Ministro de Lula entre 2003 y 2006, Gomes es del PSB, el Partido Socialista, que apoya el gobierno. Las opciones de PT, el Partido de los Trabajadores fundado Lula, aparecen con un máxo de preferencias de 8%.

Pero ni Serra, ni Gomes toman estas encuestas a serio. Hay un consenso en el mundo político de Brasil que todos estés indicadores van a cambiar cuando Lula se decidir un heredero y poner sobre el todo el peso de su gobierno. Esto debe ocurrir en el inicio de 2009.

Hay motivos palpables para esta creencia entre los políticos. Lula es el más popular presidente la historia recenté de Brasil. Entre 2005 y 2008, el PIB de Brasil volvió a crecer a una media de 5%, un récord en la últa década. El desempleo cayó a 8%, el menor índice en años. Entre 2004 y 2006, 20 millones de brasileros  (equivalente a casi la mitad de la población de España) subieran de la clase más pobre para la clase media baja. La aprobación a su gobierno llega a 60%, con una tendencia de creciento en lo últo año. Una encuesta para las elecciones municipales del próxo octubre apunto que uno de cada tres brasileros votaría en los candidatos apoyados Lula, mismo sin saber su nombre. Con todos estos indicadores, la cuestión que asombra los políticos de Brasil es: ¿"Pude Lula tirar su sucesor de su bolsillo?".

Lula parece creer que sí, que puede repetir en Brasil la técnica del "dedazo", la práctica de los jefes políticos del PRI mexicano de decidir entre ellos quien sería el próxo presidente, dejando a los electores solo la tarea formal de confirmar el nombre escogido.

Pero el nombre favorito de Lula en este momento no podría ser más diferente que el. Dilma Roussef, la ministra de la Casa Civil (con funciones de coordinación de los Ministerios), está siendo preparada Lula para ser su candidata en dos años. A Dilma, Lula entrego la coordinación del Programa de Aceleración del Creciento, el principal paquete de obras del gobierno federal, el control sobre la política de construcción de hidroeléctricas y  la elaboración del nueva política de petróleo. Toda para que marcar Dilma con el rosto de su gobierno.

Si realmente si tornar la candidata de Lula en 2010, Dilma quebrará un paradigma de política brasilera, a de que los políticos siempre buscan alguien silar a el cono su heredero. Pocas personas podrían ser tan diferentes de Lula cuanto Dilma Roussef. Hija de un inmigrante búlgaro, Dilma tiene 60 años y un PhD en Economía. En lo inicio de los años 70, cuando Lula era un metalúrgico sin pretensiones políticas, Dilma pertenecía a un grupo guerrillero marxista. Presa el régen militar, fue bárbaramente torturada. En el final de la década de 70, cuando Lula se torno un líder operario, Dilma estaba al lado del   líder populista Leonel Brizola. Ella solo ingresó en el PT en 2001, facto que a deja vista con desconfianza muchos militantes del partido.

Dilma completamente desconocida del gran público cuando fue llamada a ser ministra de Energía del gobierno Lula en 2003. Sorprendió los empresarios tener una opinión sobre todos los asuntos de su pasta, dejando muchas sus interlocutores sin la posibilidad de contestar. Muchas veces tosca, Dilma tiene poquísos amigos en el Congreso Nacional. Workahollic, es conocida en Brasilia como "el tractor" ó la versión de izquierda de Margaret Thatcher.

Pero la más grande diferencia entre Lula y Dilma está en su relación con el público. Dilma no tiene ninguna experiencia electoral. En agosto, al participar de una manifestación de lo PT, Dilma estaba claramente tímida. Su discurso fue claro, racional, de una tecnócrata segura do que estaba hablando.

Nada a ver con los slogans emocionales, las metáforas de fútbol ó los cuentos personales que marcan el discurso de Lula. Cuando saluda un elector, Dilma extiende su mano. Lula lo abraza. Cuando Dilma mira un niño, ella sonreí. Lula besa el niño y pregunta con el está en la escuela. Para Lula, andar entre lo pueblo es algo natural. Para Dilma, hablar con el pueblo es una excepción.

¿Puede Dilma aprender en dos años a ser más parecida con Lula? ¿Ó el poder de transferencia de votos de Lula será tan poderoso que esto no tará? ¿Y en dos años la popularidad de Lula continuará en niveles tan altos que su candidata podrá ser electa? Estas son las preguntas que tiran el sueño de Lula, de Dilma y, supuesto, de José Serra y Ciro Gomes. La cuestión para el gobierno Lula es que todas estas preguntas deben ser respondidas rápido para se tenga tiempo de sustituir Dilma caso ella fracase.

Pero hasta fines de 2009, Lula seguirá tentando transformar esta tecnócrata en su heredera. El suceso ó el fracaso de esta transformación será el fio conductor para comprender la política y la agenda del gobierno de Brasil en lo próxo año.

Thomas Traumann, 41 años, es periodista y director general de LLORENTE & CUENCA en Brasil. Fue editor de las revista brasileras Época y Veja.

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