No salgo de mi asombro

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No tenía ni idea del artículo que Mayka Sánchez publicó en El País el pasado 22 de diciembre titulado “El dolor como quinto signo vital”, pero ayer leí la carta que Milagros Pérez Oliva ha publicado sobre este tema y no he tenido más remedio que leer el texto del “delito” inmediatamente.

Al leer la carta de Milagros lo prero que pensé fue que Mayka había escrito un panfleto propagandístico sin ningún rigor científico que ha levantado tantas ampollas entre la comunidad médica que la defensora del lector no ha tenido más remedio que actuar con contundencia para salvaguardar la buena agen del periódico y librar de malas informaciones e influencias negativas a sus lectores. Pero claro, conociendo a Mayka y su trayectoria profesional me resultaba muy difícil pensar que esto podía haber pasado, lo que decidí que era mejor leer prero y juzgar después.

 

He leído y releído el artículo de Mayka y sigo sin entender la reacción tan desprocionada de Milagros, sólo parece explicable un trasfondo personal más que un tema profesional.

 

Parece obligado que para escribir sobre un tema determinado el periodista debería conocer los aspectos básicos, como míno, que caracterizan al tema en cuestión, sino quiere hacer el ridículo y perder su credibilidad. Pues bien, esto es lo que pasa con Milagros Pérez Oliva, que durante muchos años ha tenido engañada a la opinión pública y a su periódico, haciéndose pasar periodista especializada en salud y lo cierto es que no parece saber nada de este sector.

 

No debe saber que prácticamente todos los estudios clínicos están promovidos la Industria Farmacéutica, que es el sector que más invierte en I+D, y esto no es sinóno de fraude, engaños o estafa. Tampoco debe saber que los medicamentos están controlados la Administración y que para que se autorice la comercialización de un nuevo fármaco es preciso demostrar su calidad, eficacia y seguridad, entre otros aspectos, y esto se consigue medio de las diferentes fases de desarrollo cuyo proceso de investigación requiere entre 10 y 12 años.

 

Tampoco debe saber que en los congresos médicos existe un comité científico que examina y decide si se admite o no determinadas ponencias. Lo mismo sucede con los artículos publicados en las revistas científicas, con los estudios clínicos presentados para el registro del producto y un largo etcétera de requisitos necesarios para que un medicamento se considere acto para el consumo humano. Si se duda de la rigurosidad, fiabilidad, objetividad y veracidad de todos estos procesos no se está poniendo en entredicho la honorabilidad de un determinado laboratorio farmacéutico, se está dudando de todo el procediento que las autoridades sanitarias y la comunidad científica llevan a cabo para autorizar la comercialización de un fármaco, y dudar de esto solo se entiende si la persona desconoce el sector.

 

Es cierto que uno de los mayores fallos que comenten algunos periodistas que escriben sobre temas de salud puede ser el levantar falsas expectativas o crear alarmas injustificadas. Sin duda es fruto de la tendencia al sensacionalismo que nos tienen acostumbrados algunos medios de comunicación, pero no sé que es peor, si afirmar que “existe un antes y un después en el tratamiento del dolor”, como ponía Mayka en su artículo o ser fiel a la máxa que dice que “las buenas noticias no son noticia” y practicar un periodismo negativo, que pone en duda el sistema, que busca fantasmas donde no los hay o que intenta aflorar intereses ocultos de determinados sectores que sólo existen en la aginación del periodista, como ha sido siempre el estilo de la defensora del lector.

 

El título “avances médicos con intereses ocultos”. ¿a qué intereses ocultos se refiere? , se quedan en el aíre insinuaciones que pueden conllevar acusaciones muy graves contra una profesional de la información y debería aclararlo Milagros Pérez Oliva cuanto antes.

Juan Blanco. Socio de ANIS

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