Día 5: Despedida

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Finalmente conseguos llegar al puesto aduanero de Janí y entre la gran cantidad de gente que hay entrando y saliendo del país conseguos contactar con el conductor que debía entregar la carga al Padre Adonai en Haití y a Cáritas. Enrique y josé Luis entran en el despacho del jefe de aduana para solventar el problema mientras Claudio y  yo nos quedamos en las inmediaciones tratando de entender todo lo que nos rodea.

 

Resulta sorprendente cómo los encargados de comprobar la carga saben qué camión y furgoneta parar para pedir los papeles. No es fácil distinguirlos mientras se controla cierta carga que es extraída del país a mano o bien en motocicleta. El calor es insotable  y la aglomeración de personas dificulta el moverse la zona.

Otra cosa que nos sorprende es que ni a la entrada a Haití ni a la salida nos han pedido el pasate. Tampoco tará mucho que cuatro personas caucásicas entren o salgan del país siempre y cuando no introduzcan haitianos de manera ilegal. Se supone que nadie va al devastado país placer.

 

En un momento dado se solucionan los papeles, el camionero puede continuar su ruta y se decide volver a Santo Domingo. No podemos hacer mucho más y al fin y al cabo aún tiene que llegar más carga esa noche y habrá que despacharla.

 

Comienza el viaje de retorno. El aire acondicionado del coche en el que vamos no se nota del calor que hace y el cansancio empieza a vencernos aunque el asfaltado es tan malo que es posible dar una cabezadita. De repente vemos una caravana de camiones aparcados en lo que debería ser el arcén y comprobamos que hay un grupo de personas ¡disfrutando de un baño!. Como es la hora de comer nos paramos y comprobamos el olor que es una piscina natural de agua sulfurosa. Allí nos encontramos con un grupo de médicos españoles que llevan un mes trabajando sin descanso operando y atendiendo a los heridos. Nos cuentan vivencias que nos hacen estremecer y se les ve que sus secuelas psicológicas tardarán en curarse.

 

Tras el descanso continuamos la ruta de vuelta a Santo Domingo. En cada aldea que pasamos nos para el ejército dominicano para comprobar que no viaja con nosotros ningún haitiano desesperado. Horas después, conseguos llegar a Santo Domingo. Han pasado 10 horas desde que abandonamos la casa del Padre Adonai y en ese momento recibos la llamada del conductor. Ha conseguido entregar la carga y se dispone a dormir en la frontera para cruzar a prera hora de vuelta a Dominicana.

 

Exhaustos de tanto coche, calor y con la cabeza en otro lado, nos decos hasta mañana. Habrá que volver al aeropuerto a comprobar la carga que ha llegado durante los días que hemos estado en el país vecino.


Seguiremos informando…

 


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