Esperanza Aguirre ha sido la garganta profunda del desfile de las Fuerzas Armadas. Gracias a ella hemos conocido el contenido de la jugosa conversación mantenida entre el presidente del Gobierno y el alcalde de Madrid a cuenta de la financiación local. Más que una conversación, lo que allí hubo fue una bronca de Alberto RuizGallardón a Rodríguez Zapatero, que si llega a aginar la que le esperaba el Día de la Fiesta Nacional, con el monumental abucheo que se llevó antes, durante y después del desfile, se habría quedado en casa alegando la misma indisposición que el abanderado de la embajada venezolana. El ambiente ya estaba caliente después de que el presidente manifestara días atrás que el ayuntamiento de Madrid pretendía endeudarse más, lo que calentó a Gallardón que contestó llamándole mentiroso y envidioso. Las espadas están en alto que los ayuntamientos se sienten discrinados con respecto al Estado y las comunidades autónomas, que sí pueden endeudarse. El alcalde, al que algunos quieren seguir viendo como un verso suelto, ha cogido el toro de la financiación los cuernos y ha hecho causa común con Esperanza Aguirre frente al Estado en defensa de los madrileños. Así, le recrinó a Zapatero que de todo el peso de la deuda, la de los ayuntamientos alcanza sólo el 5 ciento del total de las administraciones, y además les aplica la prohibición de refinanciar la deuda que vence en cada ejercicio. Justo lo contrario de lo que aplica el Estado para sí mismo y para las comunidades autónomas, lo cual es una manifiesta discrinación. Además, los ayuntamientos padecen una asfixia financiera que están obligados a prestar servicios que exceden de sus competencias, pero que no pueden dejar de cumplir al ser las administraciones más cercanas al ciudadano. Gallardón viene defendiendo que los ingresos de las coraciones locales estén vinculados a la riqueza que generan en su territorio. Madrid se llevaría la palma al atar alrededor del 12 ciento al PIB. En definitiva, Gallardón le ha lanzado el guante al presidente del Gobierno, que se ha comprometido a estudiar la propuesta que le llevará el alcalde de Madrid en un plazo de 15 días, una reivindicación que Gallardón demanda en solitario, pero que debería partir de una posición común de todos los ayuntamientos, independientemente de su color político, pues es un problema que afecta igual a todos los municipios. Acabado el sueño de las prarias, empiezan a moverse las fichas y llega el momento de tomar la iniciativa.
Alberto Castillo
Director de Gente en Madrid