17 / DON RAMÓN SERRANO SÚÑER (1)

RAMoN_SERRANO
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Cuando se pasa la barrera de los 70 el futuro es ya casi un enemigo (que se ve cerca el final de todo) y el pasado pasa a un prer plano. No  se sabe qué ( algo el cerebro es el gran desconocido) el disco duro de la memoria comienza a ponerte delante de los ojos recuerdos, ágenes, personas, ambientes, paisajes, situaciones, vivencias y hasta amores y dolores que parecían desaparecidos.

 

 

PERSONAJES DE AYER Y DE HOY / Julio Merino Al menos es mi caso. Vivo un presente que es más pasado que futuro. Los personajes de ayer se me están haciendo personajes de hoy. Estoy reviviendo las infinitas horas que pasé con mis admirados Alejandro el Magno, Julio César, el Gran Capitán, Hernán Cortés, Napoleón, Wagner, Leonardo y Goya (¡vaya orgías que me monto con ellos en las altas horas de la madrugada de este mi retiro cordobés¡) o releyendo las páginas inmortales de mis guías literarios, Séneca (mi otro yo), Unamuno, Galdós, Bécquer, “Azorín” y Shakespeare (¿como olvidarme de “chespir” si escribí y publiqué más de 1.000 artículos con el seudóno de Hamlet y tuve hasta tres perros con su nombre?). Pero, también están presentes en mis largas horas de jubilado los hombres de ca y hueso  que más influyeron en mi vida personal: Emilio Romero, Torcuato Fernández Miranda, Sabino Fernández Campo y Don Ramón Serrano Súñer (y luego dicen que estoy solo). De los tres preros ya escribí en esta serie, hoy me toca hacerlo de Don Ramón, la cuarta pata de mi Mesa de Admiraciones. Aquel Serrano Súñer que los falangistas del Moviento tachaban de traidor a la Falange, de nazi al servicio de Hitler o de “cuñadíso”  el sple hecho de haberse casado con la hermana de la mujer del Dictador y haber sido Ministro de los preros Gobiernos del Régen nacido de la Victoria de 1939. ¡Dios, qué manipulaciones de la verdad histórica¡. ¡Enanos mentales!.

 

Conocí personalmente a don Ramón el mes de diciembre del año 1972, cuando el editor Gregorio del Toro y yo fuos a su casa de la calle Príncipe de Vergara de Madrid a proponerle que fuese Presidente del Jurado que estábamos confeccionando para entregar los premios de la Colección “Memorias de la Guerra Civil española” que habíamos puesto en marcha y digo personalmente que antes de acudir a la cita yo ya me había leído de un tirón su gran obra “Entre Hendaya y Gibraltar” y muchos de los artículos que venía publicando en la famosa Tercera de “ABC”. Don Ramón se entusiasmó con la idea de la colección y decidió apoyarnos. Pero, de entrada puso dos condiciones tajantes: 1) Que los Premios tenían que ser totalmente parciales y no aceptaría favoritismos a favor de los “nacionales” o de los “rojos”. 2) Que el Jurado tendría que estar formado personalidades de los dos bandos de la Guerra Civil. Y así lo acordamos. Aquello, y la larga conversación que tuvos después, me hizo comprender en el acto que don Ramón Serrano Súñer no era el personaje “traidor” a la Falange y “nazi” que los mediocres del Moviento y los sumisos y “pelotas”, que habían divinizado a Franco, habían hecho creer, pues muy al contrario me encontré al hombre más culto que he conocido en mi vida y a un liberal convencido. Afortunadamente aquello fue el comienzo de una larga amistad que duró hasta su muerte, acaecida el año 2003, y cuando ya estaba a punto de cumplir los 102 años de vida.

 

Así que don Ramón fue el Presidente de aquel jurado y yo el Secretario (él era el más viejo y yo el más joven, él tenía 73 años y yo 33) En la prera reunión de aquel jurado en el Hotel Mindanao se produjo algo que nunca olvidaré. Habíamos elegido al General Iniesta Cano, en aquellos momentos Director General de la Guardia Civil, en representación de los “militares nacionales” y al también general Urbano Orá de la Torre, el hombre que decidió con sus cañones el asalto al Cuartel de la Montaña, en representación de los militares del bando republicano. Sucedió que en un momento dado los dos generales descubrieron que ambos se habían enfrentado en una batalla del frente de Extremadura durante la guerra y entonces don Ramón se puso de pie y les pidió a ambos que allí mismo se diesen el abrazo de la reconciliación. Fue algo emotivo y sobre todo sirvió para que los Premios se otorgasen sin color político alguno. Por cierto, que el prer premio se le concedió a una obra excepcionalmente escrita llamada “La muerte de la esperanza”, de la que era autor Eduardo de Guzmán, un periodista anarcosindicalista que había sido gran figura en Madrid durante los tres años de la Guerra. En la segunda parte de la obra se narraba con máxos detalles la tragedia que vivieron más de 20.000 personas en el puerto de Alicante esperando unos barcos que nunca llegaron y las torturas y “sacas” del campo de concentración de Albateras.

 

Ahora, vamos ya en directo ( las litaciones de espacio) a analizar las “patrañas” que aquellas mentes borreguiles se inventaron para desprestigiar a Serrano Súñer, tal vez incluso con el beneplácito del propio Franco.

 

PRIMERA PATRAÑA. Se le acusó de haber sido el máxo defensor de que España entrara en la Guerra Mundial al lado de la Alemania Nazi. ¡Mentira total!. Porque la Historia ha demostrado que fue todo lo contrario, que fue don Ramón quien evitó, enfrentándose al mismíso Hitler, la incoración a los frentes de batalla.

 

Y eso no lo dijo ningún español, eso lo dijo el general Jodl, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Alemania y asesor militar especial del Führer. En su Diario dejó escrito: “La resistencia del ministro español de Asuntos Exteriores, señor Serrano Súñer, ha desbaratado y anulado el plan de Alemania para hacer entrar a España en la guerra a su lado y apoderarnos de Gibraltar”. Esas palabras fueron publicadas en todos los periódicos del mundo y figuran en los documentos de Nuremberg. Aquí hubo especial interés en que no se conocieran. Como tampoco los franquistas más franquistas quisieron que se publicaran las palabras que el mismo general pronunció en un discurso dirigido a los “gauleiters” reunidos en Munich el 7 de septiembre de 1943. En aquella ocasión Jold atacó duramente a Serrano Súñer (que ya no estaba en el Gobierno) y le hizo responsable de la frustración del plan alemán para entrar en España y conquistar Gibraltar. “Ese jesuítico ministro de Españadijo fue el que nos engañó”. ¡Jesuita!. Cosa que el historiador inglés Crozier ratificó con estas palabras: “Ciertamente los anfitriones nazis de Serrano Súñer debieron encontrar en él un huésped irritante, pues enfrentado con todo el poder y la grandeza del III Reich de Hitler y con las bravatas de Ribbentrop supo permanecer educado pero evasivo y firme”. ¡Y los enanos, erre que erre!.

 

Dicho esto sigamos los pasos de aquella batalla psicológica que vivieron al unísono contra Alemania Franco, Caudillo de España, y Serrano Súñer, Ministro de la Gobernación y más tarde Ministro de Asuntos Exteriores. Serrano hizo dos viajes a Berlín, el prero el 13 de septiembre de 1940, enviado especial de Franco para que averiguase cuáles eran los planes de Alemania para con España. No hay que olvidar cuál era la situación de Europa en aquellos meses, cuando ya la bota alemana se había apoderado de media Europa, incluida Francia, y más de 1.000 aviones bombardeaban a diario Inglaterra.

 

Hitler había dispuesto en los Pirineos el gran ejército que había destinado para la conquista de Gibrarltar con permiso o sin permiso de España: 200 divisiones (o sea, unos 2 millones de soldados) armadas hasta los dientes, 5.000 carros de combate, unidades aerotranstadas y los cañones más potentes de la artillería alemana. Este era el marco en el que tuvieron que moverse Franco y Serrano. O sea con la espada de Damocles al cuello.

 

Que aquella presionante fuerza militar actuara o no dependía y dependió de los viajes de Serrano a Berlín y de la entrevista de Franco con Hitler en Hendaya. En aquel prer viaje el Ministro español (David frente a Goliat) tuvo largas conversaciones con el poderoso Ministro de Exteriores alemán Von Ribbentrop y dos con el Dios que era en aquellos momentos Hitler. (Todo está contado en sus libros “Entre Hendaya y Gibraltar” y sus “Memorias”). El tema central de aquellas conversaciones no fue más que uno, la entrada de España en la guerra y la fijación de la fecha otuna. Serrano, con cierto temor en su interior, defendió a ultranza lo que había acordado con Franco: que España no estaba preparada, como había quedado tras la Guerra Civil del 3639, ni militarmente, ni psicológicamente, ya que a los españoles les faltaba de todo y el pueblo hasta estaba pasando hambre. A lo prero Hitler le respondió que el tema militar no sería problema, ya que Alemania estaba dispuesta a procionarle todas las armas y todos los hombres que fueran necesarios para conquistar Gibraltar y cerrar el Mediterráneo. “En la prera entrevistaescribe Serrano la actitud dominante de Hitler fue de serenidad, de sosiego y de orden; hablaba reposada y metódicamente, con alguna concesión esádica a la propaganda y con las mejores formas de polemista, su maestría dialéctica era de sobra conocida. En algunos momentos me pareció un felino a punto de saltar sobre la presa. Habló de Gibraltar, del Mediterráneo y del Norte de África y defendió su teoría de que igual que Monroe había dicho aquello de “América para los americanos” él defendía que Europa y África tenían que ser para el Continente europeo”. No hubo ninguna posición, de momento, y quedaron en hablar otro día.

 

Sin embargo, cuando la visita de Serrano estuvo, incluso, a punto de suspenderse fue cuando el ministro Ribbentrop le expuso el deseo alemán de instalar una base militar en las Canarias españolas. “Aquel golpe me cogió desprevenido y sólo pude reaccionar rechazándolo de plano.

 

        Tenga en cuenta señor Ministrole dije que esas islas de que me habla forman parte del mismo territorio nacional; son una provincia de la misma patria.

        Comunes necesidades de la defensa europeoafricana frente al perialismo americanome replicó así lo exigen. Espero que el Generalíso lo comprenda así.

        Pues yo esta petición no puedo ni siquiera transmitírsela. ¿No comprende usted que mientras clama Gibraltar la juventud española que ha derramado su sangre la grandeza de su Patria, seria monstruoso y crinal que cayéramos nosotros en la menor sombra de amputaciones, cesiones o litaciones de nuestro territorio o de nuestra soberanía? Esa cuestión no puedo plantearla, ni tomarla en consideración: ni tratarla. Canarias es un trozo de España exactamente igual que Madrid o que Burgos. En los puertos del Senegal, en San Luis y en Dakar, podrán establecer esas bases sin acudir a Marruecos ni menos a nuestro territorio”

 

“Si los americanosañadió Ribbentrop llegan a poner un pie en las Canarias ya será demasiado tarde”. “Señor Ministro, el valor de nuestros soldados sabría defender las Islas y el territorio nacional replicó Serrano”.

 

Y, una vez poco diplomático, Serrano abandonó la reunión casi dando un tazo. Y rápidamente envió un escrito a Madrid con el avióncorreo especial que Franco había puesto a su disposición para estar conectados lo más posible durante su estancia en Alemania y estar al corriente de cualquier novedad que surgiese en las conversaciones con Hitler o sus Ministros. Franco respondió con la misma urgencia: “Haz hecho muy bien en lo de Canarias y entiendo tu indignación, que eso sería entrar en guerra, pero no junto a Alemania, sino frente a Alemania”.

 

Pero, naturalmente, Hitler no se dio satisfecho y pidió (o exigió) una entrevista urgente con Franco, pensando que como militar que era iba a entender mejor los planes militares alemanes para la conquista de Gibraltar y no sería tan sibilino como su Ministro de Exteriores. La entrevista se celebró un mes después (el 23 de octubre de 1940) y pasó a la Historia como “La entrevista de Hendaya”. Allí Hitler acorraló a Franco y el Caudillo tuvo que emplear todas sus armas gallegas para evitar la guerra. Al margen y además de todos los argumentos que Serrano había empleado en Berlín, Franco se hizo fuerte pidiendo gran parte del protectorado francés en Marruecos. Esto frenó a Hitler, dado que podía significar otra humillación más para Francia, lo cual consideraba un peligro. A pesar de todo, de una larga sesión, con cena incluida, Franco y Serrano no tuvieron más remedio que adherirse al “Pacto Tripartito”, que era la alianza militar. Fue el “Protocolo” secreto que no se conocería hasta muchos años después. Aun así Franco y Serrano, trabajando juntos durante la madrugada, consiguieron introducir varias condiciones que a la postre resultaron ser la salvación, ya que una de ellas decía taxativamente que la fecha de entrada en la guerra la fijaría unilateralmente el Gobierno español. Esto, aunque lo firmó, provocó un gran disgusto de Hitler, quien, según sus biógrafos, dijo muy irritado: “Preferiría que me arrancaran tres o cuatro muelas antes de volver a tratar con estos”.

 

Pero, tampoco con la entrevista de Hendaya se dio vencido Hitler y tan solo 20 días después el embajador alemán en España, Von Stohrer, se plantó ante Serrano Súñer (era vies) con un telegrama de Von Ribbentrop en el que, encargo del Führer, se le indicaba (casi se le ordenaba) que se trasladara con urgencia, a ser posible el lunes siguiente, al refugio de Hitler en los Alpes Bávaros, la famosa fortaleza de Berchtesgaden. Serrano, cosa lógica, se negó a dar su conformidad sin despachar antes con el Jefe del Estado.

 

“Así que sin pérdida de tiempo me trasladé a El Pardo para hablar con Franco y en el prer momento pensamos los dos si no seria mejor dar algún pretexto para no ir: aunque pronto rectificamos pensando que si Hitler y su Estado Mayor tenía decidido algún proyectocon toda probabilidad el de la conquista de Gibraltar no dejarían de realizarlo razón de nuestra ausencia y que, en cambio, si acudíamos a su llamada podríamos, cuando menos intentar, que desistieran el momento. Después de esta reflexiónen su consecuencia Franco decidió que yo saliera inmediatamente para Berchtesgaden y tratara el momentouna vez más de conjurar el peligro. Pero yo, cansado de ir y venir y de que otros hablaran, opinaran o murmuraran, sin tomar su parte de responsabilidad en lo que se hiciere o se acordase en circunstancias tan graves y peligrosas, puse como condición para hacer el viaje la inmediata reunión con los ministros militares. Reunión que horas después tuvo lugar bajo la presidencia de Franco y a la que asistos los generales don Juan Vigón, Varela, el almirante Moreno y yo. En esta reunión (que es distinta y nada tiene que ver con otra a la que se han referido aproxativos y “sabelotodo” distantes, que al no saber nada lo confunden todo, voluntariamente, intencionadamente unos, y otros arrastrados) opinamos que durante las pocas semanas transcurridas desde que tuvo lugar el encuentro de Hendaya las cosas no habían cambiado y seguíamos con los mismos problemas de todo orden que no permitían, todavía, participar a España en la guerra. Pero se consideró necesario que yo acudiera al “Berghof”, donde Hitler, con sus Estados Mayores, militar y político, me esperaba, ya que todos consideraron muy grave la situación y había que prevenir el peligro de una violenta reacción alemana; yo quedaba, pues, encargadootra vez, sin el agradeciento de quienes me lo debían de capear como pudiera aquel temal.

 

Salí inmediatamente para París y el día 18 de noviembremartes, al atardecer, llegué a la estación de Berchtesgaden, donde Ribbentrop, con su séquito y dos generales me esperaban con los intérpretes.

 

Reunido luego con Hitler manifestó que me había convocado para que, de acuerdo con lo convenido en Hendaya, fijáramos la fecha más próxa de nuestra participación en la guerra que ya “era absolutamente necesario atacar Gibraltar; lo tengo decidido”.

 

Aquella terrible entrevista, últa que mantendría con Hitler, el propio Serrano Súñer la calificó como “Consejo de guerra en Berchtesgaden”. Pero, de esto hablaremos en otro capítulo, en el que también analizaremos las otras PATRAÑAS que se inventaron contra don Ramón los falangistas sumisos a Franco y los más fervorosos spatizantes del Moviento Nacional.


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