Cuando una firma tiene buena reputación siempre surgirá un competidor dispuesto a beneficiarse de esta buena imagen mediante ambush marketing o publicidad parasitaria, equiparando sus productos o servicios a la marca principal, bien sea a través de un nombre que recuerda a la misma, un color, un envase, cualquier cosa que haga que la mente del consumidor asocie productos que no conoce con otros que ya han causado simpatía a través de elaboradas estrategias de marketing.
Lo primero que debemos hacer si sospechamos que una compañía está aprovechándose de las características de nuestro producto, nuestra marca en su mensaje publicitario, es valorar diferentes vías de actuación como negociar con dicha empresa, negociarla a autocontrol si quedan claros en su publicidad que intenta apropiarse de nuestra imagen o reputación, para beneficio propio de cara a los consumidores. Nuestro competidor busca equipararse a la oferta ajena, intentando colocar la oferta propia en un plano de igualdad respecto a nosotros, mediante artimañas que en algunos casos resultan evidentes como imitar el slogan.
Podemos ejercer nuestros derechos ante la ley ya que se trata de un tipo de publicidad desleal ilícita (art. 3 Ley General de Publicidad [LGP]) y constituye un acto desleal de aprovechamiento de la reputación ajena (art. 12 Ley de Competencia Desleal [LCD]). Contra ella se contemplan las acciones previstas en la Ley de Competencia Desleal (art. 6.1 LGP, art. 32 LCD). Esta clase de publicidad se empezó a observar a raíz de los juegos olímpicos de 1984, cuando por primera vez se recurrió a usar un sponsor en exclusiva –el ejemplo típico de publicdad parasitaria es autoproclamarse patrocinador oficial de un evento cuando no es cierto-. Este nuevo protocolo inclrementó notablemente el valor del patrocinio, subiendo el ROI para el patrocinador, y a su vez, generando mayores ingresos a los organizadores. Sin mebargo hacer referencia a los juego solímpicos precisamente para hacer ambush marketing no deja de ser curioso:
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