Pablo Iglesias se confina en Moncloa tras el fiasco electoral y cambia el relato de la gente por el acoso a medios y periodistas

Publicidad

El descargo de responsabilidades sobre las Comunidades autónomas con respecto a los contagios por Covid 19, otra maniobra de Pedro Sánchez para derivar culpas, no parece que vaya a servirle para apaciguar una situación sanitaria, política y económica que se presenta inquietante, parafraseando su propia respuesta ante las noticias sobre el Rey Juan Carlos.

El otoño se presenta tormentoso ante el preocupante aumento de los rebrotes, la desaceleración económica y el reparto de fondos para la reconstrucción de España, que, a tenor del escaso peso de Sánchez en el contexto europeo, se prevé escuálida.

Con las elecciones catalanas a la vuelta de la esquina, el presidente discurre cómo encajar el fiasco de su socio Pablo Iglesias en las gallegas y vascas y la factura que su pérdida de votos le pasa a la coalición de gobierno. Con Iglesias derrapando, Sánchez estudia cómo quitarse de encima la lacra de su vicepresidente, una vez comprobado que abandonarle a su suerte sólo ha servido para que el morado campe a sus anchas tirando contra todo y contra todos con el único objetivo de salvarse a él mismo.

Confinado en su cargo de vicepresidente, Iglesias sabe que sólo el parapeto que le ofrece la cartera gubernamental le puede salvar de la quema. Sin presencia territorial ya, y en los más bajos índices de popularidad, su suerte va ligada a la de Sánchez salvo que éste consiga pactar con la amalgama de independentistas, nacionalistas, republicanos…, o lo que es lo mismo, con cualquiera que le permita perpetuarse en el poder.

El vicepresidente Pablo Iglesias rodeado en el seno de uno de sus multitudinarios mitines en madrid. La foto es del diaro El Mundo.

Quitarse de encima a Iglesias va a ser tarea ardua una vez que el líder de Podemos se encuentra acorralado por problemas judiciales, sin base territorial y desguazado por sus contradicciones. Su relato de la casta y la gente ha sido destruido por la aceptación y aplicación de las prácticas que siempre criticó al resto de fuerzas políticas, entre ellas las puertas giratorias o su chalet de Galapagar.

Iglesias fundó un partido por y para el alboroto, el ruido y la bronca y ahora se la montan a él. Por eso cree que su reconstrucción pasa por la huida hacia adelante de la conspiración y el ataque a los periodistas y los medios de comunicación. La petición de una comisión de investigación sobre las “cloacas”, en la que declaren también informadores y comunicadores es un órdago a la desesperada a su jefe Sánchez, a pesar del favor que éste le ha hecho con el rechazo del Psoe a la petición de su comparecencia por el Caso Dina.

A Iglesias sólo le queda confinarse en su cargo de vicepresidente para subsistir. A Sánchez esperar una posibilidad de recambio y a los españoles una extraordinaria presión fiscal, y una mano de (piiiiiii) que nos están dando desde Holanda y la Suecia de IKEA.

 Seguiremos Informando…

Publicidad
Publicidad
Salir de la versión móvil