Hubo una Mila Ximénez anterior a ‘Sálvame’ y a Jorge Javier Vázquez y su recua. La que comenzó su carrera periodística, tras dejar la Facultad de Periodismo, en revistas especializadas en tenis, lo que le permitió conocer al que sería su marido, el tenista Manolo Santana, y entrar en aquella ‘jet set’ marbellí de los 80, la de príncipes saudíes, traficantes de armas, Gunillas y demás ‘beautiful people’, que chafardeaba al socaire de aquel primer Gobierno socialista de Felipe González. Aquella España que, según Alfonso Guerra, no iba a conocer ni la madre que la parió y que era, según Carlos Solchaga, el mejor país para invertir en plena desregularización.
Ese era el contexto en el que Luis María Anson, el hombre que nunca salía de su despacho de ‘ABC’, fichó a Ximénez, ya separada de Santana, para el periódico de los Luca de Tena. Anson buscaba aprovechar el nombre de la dama y le dio una sección de entrevistas ‘top’ llamada ‘Café con Mila’.
Algunos ‘históricos’ de ‘ABC’ todavía recuerdan como anécdota -junto a la de cierto subdirector muy serio y cargado de hijos, cuya costumbre pasaba, más de una década antes de estrenarse ‘Torrente’, por lavarse las manos antes de miccionar- las primeras colaboraciones de Ximénez, en las que, tras especificarle que el texto debía llevar una entradilla, se encontraron, con que los originales también llevaban “salidilla”.
Luego también vendría la colaboración con Encarna Sánchez en su coto particular de COPE, donde la de Almería reinó durante años como señora de horca y cuchillo con un indudable éxito profesional. Pero eso ya es otra historia.
¡Hasta siempre Mila!
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