“…Y me has dejado solo para siempre en los oscuros caminos de mi amargura…”.
(James Joyce, Ulises).
No somos nadie… y tú menos, comparsa.
Quien se haya tomado la molestia -y digo bien, molestia- de leer el carrusel de entrevistas plañideras del ex de Nacho Polo a diferentes medios, habrá sacado la conclusión de que nos encontramos ante un incomprendido al que no hemos sabido apreciar como merece. Quizá de ahí ese matiz de ofendidito que destila su rebote, con esa su tendencia al lloriqueo de lágrima rosa.
El colaborador habitual, Menosquenadie, acusa una pronunciada neurosis de la personalidad mientras, entre suspiros, exhibe una obscena reclamación de justicia: se lamenta de haber percibido un salario de 200 euros mientras el meticuloso presentador firmaba un contrato de 3 millones. Confiesa que nunca imaginó caer en el estado de ruina económica en el que se encuentra: “Es una situación que hace también que me plantee cómo va a ser mi jubilación, y me he dado cuenta de que nunca lo he pensado. Creo que en el fondo soy un artista y muchos artistas han acabado mal, como Gracita Morales o Lola Gaos. Nunca lo he pensado y me veo acabando como ellas, pero me da pena porque no he nacido para estar debajo de un puente”.
Lamentamos que este “artista”, que ahora busca consuelo y compensación recordando su trayectoria -y que siempre desempeñó el papel de simple comparsa-, se encuentre en esa tiniebla interior sin tener conocimiento de que el Gobierno de su queridísimo Pedro Sánchez, por boca de Elma Saiz, ha anunciado el proyecto de jubilación flexible. Una decisión que, en el futuro, podrá tomar el propio Menosquenadie no desde la necesidad, sino desde su voluntariedad. Uno no sabe bien cómo este elemento, que no se representa ni a sí mismo, es capaz de aparecer tan desanimado y casi abatido por una situación económica que es de su exclusiva responsabilidad, aspirando a que la sociedad le llene la barriga. Claro que este es un razonamiento lógico para quien vive de ser un parásito.
Después de haber formado parte de esa troupe de saltimbanquis parapléjicos, Menosquenadie se ha permitido el lujo de regalarnos su opinión sobre el estreno del programa No somos nadie, que sus antiguos compañeros realizan para TEN. Subraya que si él no estuvo allí fue porque, al igual que Feijóo no quiso ser presidente, él tampoco ha querido formar parte de ese esperpento: “Me lo ofrecieron, pero decidí no estar. En el estreno del programa tuve que quitarlo porque me dolía verlo y no estar, pero hoy he vuelto a verlo y he tenido que quitarlo porque ya no me dolía, me indignaba”.
Verdaderamente resulta difícil llevar la crítica de ese engendro televisivo a cotas más elevadas que las expresadas por el excolaborador. Asegura Menosquenadie haber tenido la sensación de volver a ver lo mismo. Qué se pensará que sentimos los demás, si llevamos viendo un ‘más de lo mismo’ durante décadas. Y acaba sentenciando: “Me encantaría hacer humor, que la gente se ría y se lo pase bien, sobre temas de sociedad, de actualidad, de corazón… pero yo no quiero llevar información. Yo quiero entretener”. Lo mismo se cree que alguna vez ha hecho una televisión que no pueda ser considerada una broma. Pesada, sí, pero broma al fin y al cabo. MalHumor, en definitiva. Es lo que lleva haciendo toda su puta vida.
Ahora, cuando se hace imposible pensar en Menosquenadie en un tiempo que no sea pretérito imperfecto, solo nos queda dedicarle estas líneas a modo de epílogo provisional, siendo conscientes de que, entre cero y nada, sirve escribir una vez más contra esta manga lerda, repetitiva, zafia, corta y aburrida, que ni siquiera alcanza para entenderlo. Cualquier columna resulta un pis en el océano. Hay que asumirlo: no entienden nada y, por mucho que uno escriba, siempre será en vano, pues su mera existencia resulta un insulto a la inteligencia.
NachO Polo dE naranja coN virutas de chocolate
