En Cuatro están de enhorabuena: Todo es mentira acaba de cumplir seis años de emisión y 1.500 programas. Cifras muy complicadas de alcanzar en la televisión de hoy, donde los programas están condenados a desaparecer antes o después. Pocos son los que se mantienen en antena durante años, y este es uno de ellos.
El principal responsable de que esto sea así es en gran medida Risto Mejide (Barcelona, 1974). El publicista reconvertido en presentador asegura estar viviendo su mejor momento profesional a sus 50 años. Así lo constatan los datos de Todo es mentira y su semblante, satisfecho por el trabajo bien hecho durante estos años.
¿Crees que algún día podréis entrevistar a Isabel Díaz Ayuso?
Yo creo que sí, ¿por qué no? A veces no es tanto que se te cierren en banda, sino el momento de cada político… Nos ha pasado con políticos de todos los colores y nos sigue pasando con Yolanda Díaz, por ejemplo. O sea, que es que da igual el signo político, hay algunos que se cierran por el momento político que están viviendo y tienes que dejar que ese momento pase y ya llegará. Este programa, con 1.500 emisiones, pues podemos esperar, claro.
Sería buena colaboradora, ¿eh? De hecho, empezó en tertulia política.
Correcto, sí, sí. Y ahí es donde conoció justamente a Miguel Ángel Rodríguez. Yo creo que los políticos que están de vuelta son más interesantes porque tienen más libertad.
Ya han sido traicionados, ya han visto el lado oscuro de la política y muchos de ellos hablan con mucha más libertad. Por eso me gusta, por ejemplo, cuando viene un (José Manuel) García-Margallo… Es gente que lleva muchos años en política, que ha visto toda la trastienda de la política.
¿Y tú, después de estos 1.500 programas, has visto también el lado oscuro?
Xavier Sardá me dijo una cosa hace muchísimos años cuando yo empezaba en televisión. Me dijo si tú quieres hacer tele, piensa todo el rato en el espectador, en qué estará pensando el espectador. Y preocúpate solo por eso. Y esa es mi preocupación cuando estamos con el programa. Es decir, ¿se estará entendiendo lo que estamos diciendo? ¿Este político ha dicho esto?
Y luego hay una segunda máxima que para mí es fundamental en este programa que es respetar la inteligencia del espectador. No tratar de sobre explicar las cosas, no tratar a la gente como si fuera idiota porque no lo es. “Oye, pues esto es lo que ha dicho este, tú saca tus conclusiones”. A mí eso es lo que me parece honesto.
Has comentado que nunca habías conseguido llegar a 1.500 programas. ¿Cómo te has sentido al alcanzar esta cifra?
1.500 es que es una barbaridad. Me siento muy orgulloso y muy honrado también. Porque este programa que en su día… no lo veía nadie. Me pasa un poco como con el Chester, ¿no? ¿Este tío ahora se va a poner a hablar de política? Venga, hombre, ¿sabes? Y es verdad que no he sido nunca especialista en política. Ni lo soy, ¿eh?
Pero llegar a tener el nivel de colaboradores que tenemos… Tenemos a (Javier) Chicote, tenemos a (Verónica) Fumanal. Gente muy potente en política. A mí me hacen aprender muchísimo. Yo los estoy viviendo en primera persona y tengo el privilegio de preguntarles, ¿no? Sobre lo que me interesa.
A mí me gusta ser un outsider de las cosas que hago. Me gusta ser un intruso. Yo no estudié publicidad y acabé siendo publicista. No estudié para presentador, ni me preparé para presentador. No soy periodista y he hecho entrevistas. O sea, me gusta ser intruso porque creo que la mirada del intruso aporta cosas. No digo que sea mejor, ¿eh? Digo que aporta cosas.
¿Cómo vivisteis desde el programa y desde tu perspectiva el cambio de productora, la salida de La Fábrica de la Tele? ¿Cómo fue ese proceso?
Pues mira, fue un proceso que a mí en un principio me daba mucho miedo porque me sentía un poco como el hermano mayor en un divorcio. Estábamos en un divorcio de papá y mamá y yo soy el hermano mayor.
Pero gracias a la generosidad de Alessandro Salem y a la generosidad de Óscar Cornejo, los dos fueron súper generosos, los dos tuvieron claro desde el principio que yo era el heredero lógico de la situación y luego Salem puso absolutamente todos los medios para que yo pudiera hacerme cargo porque si no…
En medio de todo esto, imaginaos lo que es presentar ese programa, que es diario, estar en medio también de las grabaciones de Got Talent y además gestionar el inicio de una empresa que se va a hacer cargo de medio centenar de trabajadores. Fueron unos meses intensos, muy intensos. Pero insisto, yo estoy agradecidísimo; primero por la confianza de Salem y segundo por la generosidad de todo el proceso que tanto papá como mamá fueron muy generosos en el proceso.
Risto, como pasa en los programas de radio ¿Vosotros también competís por los invitados con Al Rojo Vivo o La Hora de La 1? ¿Cómo lleváis esa pelea?
No, a mí solo me preocupa… Hombre, si coincide en la franja y se lo lleva otro programa pues claro… Yo creo que cada entrevistado tiene una entrevista distinta según el programa en el que esté, ¿no?
Depende del entrevistador también…
Yo tengo clarísimo que Ferreras no va a hacer la misma entrevista que yo. ¿Por qué debería competir en ese sentido? Aquí se ha dado eso. Koldo García estuvo en diciembre y el día anterior había estado en otro programa de la casa, y son dos entrevistas muy diferentes. Creo que el espectador lo nota, lo sabe y lo prefiere además porque así tiene más posibilidades, ¿no?
¿Hay algún personaje que se resista o que haya dicho yo no quiero ir a este sitio, o al revés?
¿Sabes lo bueno? Que hemos plasmado todo lo que ha pasado con los personajes con las entrevistas. Si ha habido algún compromiso en entrevista que luego se ha echado atrás, lo hemos dicho en el programa. Nosotros decimos “mira, nos había dicho que sí y ahora nos dice que no”. Lo ponemos en conocimiento del espectador. En este sentido es un programa muy transparente y muy honesto.
Por eso podemos llevarlo, y por la independencia de poder dar con la izquierda y con la derecha igual. O sea, hay días que nos llaman rojos, nos llaman comunistas, y hay días que somos fachas, fascistas y fachosfera. Depende de la actualidad, depende a quién toque darle ese día.
¿Y en qué medida intervienes tú a la hora de conseguir entrevistas?
De ninguna.
¿No haces una llamada o mensaje si conoces?
Jamás, jamás. Porque creo que es ya ponerle un brete personal a la persona. Si quiere venir ya sabe que lo presento yo, con lo cual vendrá. Y si no quiere venir, pues le será mucho más fácil decírselo a otra persona. Yo no quiero utilizar nunca mis relaciones.
No sé si recuerdas el momento en que hubo ese sorpasso de audiencias silencioso con Zapeando, que es el programa con el que competís…
Hace ya bastantes meses de esto. Sí, pero fíjate, nos pone mucho la prensa de que han pasado por tantos puntos por encima de la competencia. Yo no siento que esté compitiendo con Zapeando, y no es una manera de hablar. Es que tú miras los dos programas… me cuesta haberme comparado con Zapeando.
Nosotros hemos seguido haciendo el trabajo. A mí lo único que me preocupó fue el primer año, las audiencias, porque estábamos al borde de la cancelación. Y cuando tienes un equipo grande y la gente está tal, motivarla cada día con un programa que a lo mejor mañana te lo cancelan, pues no es fácil, y fue un año muy difícil. Pero una vez ya pasamos ese umbral, que suele ser la media de la cadena, empiezas a relajarte y a decir, “bueno, vamos a disfrutar con el programa que tenemos”.
¿Y por qué costaba tanto que hubiese un cambio en la dinámica del programa?
A ver, un programa diario es una propuesta de hábitos. Es muy difícil tenerle el hábito a la gente. Si la gente no tiene el hábito de ir a esa franja, a esa cadena, conseguir que su hábito sea, pues ahora acaba el informativo que veo normalmente y me voy a poner a ver Todo es mentira.
Es una propuesta de hábitos. Y como toda propuesta de hábitos requiere tiempo. Tiempo, confianza y sobre todo tener la sensación de que es necesario lo que estás haciendo. Yo siempre he tenido la sensación de que era necesario el fin que perseguíamos, que era reírte de la clase política que tenemos en la medida de lo posible con los mejores cómicos que pudiéramos conseguir.
¿Qué balance haces de Demos? ¿Ves posible una segunda temporada?
Me habría encantado que hubiera hecho mejores datos. Es evidente. Me hubiera encantado que estuviéramos ahí diciendo “joder, es que lo hemos petado con Demos“. Creo que hay factores exógenos a Demos que no tienen que ver con el contenido, que han hecho también que nosotros tuviéramos esa audiencia.
Ahora, yo veo los programas y veo que lo que opina la gente que ha visto esos programas y lo que os decía antes del cualitativo, ha sido espectacular. O sea, para mí la experiencia ha sido espectacular. Y creo que sigue haciendo falta ese programa.
¿Por qué crees que cuesta tanto que a Telecinco le funcionen los programas?
Esto es difícil y también esto es cíclico. Yo no sé lo que va a pasar en el futuro, pero llevo suficiente tiempo en este negocio como para ver que todo esto son tendencias. Bueno, pues hay que bregar con esta tendencia.
Ahora, me preguntas por Demos. En lo que yo puedo controlar, que es lo que pasaba dentro del programa, joder… ha sido el programa más difícil para mí de mi carrera. Tener 300 personas a las que moderar y escuchar. Y creo que también uno de los más gratificantes.
Y después de 1.500 programas, haciendo un programa de política, con humor, sí, pero de política, ¿cómo has visto la evolución? ¿Notáis mucho la polarización?
Nosotros empezamos el programa con una intención, que es retratar a nuestra clase política. Y en el camino hemos descubierto muchas cosas que nos ha hecho respetar cada vez más la política. Una cosa es la clase política y otra cosa es la política.
En la clase política hay de todo, como en todas partes. Yo no soy de esos que dicen que todos los políticos son iguales y todos roban y todo tal, porque eso me parece que lleva a escenarios muy peligrosos. Y es más, creo que ahora la política es más necesaria que nunca.
Para mí el cambio es que estamos descubriendo, como democracia, lo que es el multilateralismo en política. Una decisión no la puede tomar un partido, como pasaba antes. Y eso es muy complejo de administrar, para los que están en el gobierno, para los que están en la oposición y para los que son relevantes con siete escaños.
Ha sido un aprendizaje bestial, porque ha llevado a muchísima gente que venía con mucha prepotencia a la política a la absoluta irrelevancia. Recuerdo que había partidos políticos que venían a cambiar de status quo y ya no están o están a punto de no estar. Y por otro lado, a los partidos de siempre, hacer una profunda reflexión en cuanto a su manera también de comunicarse con la masa.
Porque la política es un 90% comunicación y un 10% pacto. Todo eso lo hemos ido descubriendo con este programa, que a mí me parece increíble estar en primera línea de… os acuerdo que estuvimos a punto de crear un partido político, hicimos el PNLH (Peor no lo haremos), y empezamos a hacer encuestas. Incluso encargamos una encuesta, creo que a Sigma Dos y sacábamos un escaño por Madrid.
Fíjate hasta qué punto hemos llegado a respetar la política, vamos a proponer algo y tal. Luego al final no se pudo hacer porque pagaban muy poco. Comparas lo que te pagan en televisión y lo que te pagan en política…
¿Te negarías a hacer una entrevista a alguien?
Jamás. Creo que todo el mundo merece una entrevista.
¿No mezclas tus fobias personales?
Jamás. Lo que puedo hacer es meterlas en la entrevista. Lo que haría sería darle más. Por eso no les llamo entrevistas. Porque me han explicado los periodistas que en una entrevista uno no tiene que ponerse a sí mismo. Por eso no hago entrevistas. Yo me meto en plan “me caes mal”, pues te lo digo y vamos a hablar. Pero yo creo que todo el mundo merece una entrevista. Hasta un asesino en serie merece una entrevista.
¿Y crees que te temen a la hora de hacer una entrevista? ¿O en un despacho?
Temer es una palabra muy gruesa. Yo creo que saben a lo que juegan conmigo. Saben que yo no tengo filtro, que yo lo voy a cascar todo y ya está. Entonces quien juegue a eso, pues sabe a lo que va.
Pero temer no creo. Yo creo que se dicen cosas mucho más fuertes, incluso en el hemiciclo, que sentado en un chéster conmigo. Ahora estamos preparando la siguiente temporada del chéster y ya os puedo avanzar que hay unos perfiles alucinantes que nos están diciendo que sí, así que tengo muchísimas ganas de que os lo pueda decir.
En el chéster, una de las máximas es que no se paga a los invitados. De hecho hay invitados que podrían haber venido y por el tema de que pedían dinero les hemos dicho que no.
¿Por ejemplo?
Eso no lo voy a decir, porque es dejarles mal. Algún día se lo pueden pensar (risas).
Seguiremos Informando…